1. ENTRENANDO EN CASA


    Fecha: 28/01/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    I Mi nombre es Tomás y me remontaré a épocas sagradas de mi vida, donde en casa, éramos bastante peculiares y teníamos algunas costumbres sanas que se volvieron por demás interesantes. Recuerdo cuando era jovencito, el más chico y mimado de tres hermanos varones, estaba muy enamorado de Javier, el mayor, a quien admiraba por su carácter y belleza. Con Nico, el hermano del medio, éramos parecidos a papá, de tez blanca y cabello y ojos negros azabache. En cambio, Javier era igual a mamá, quien ya no estaba con nosotros, rubio, de ojos verdes intensos, piel acaramelada y rasgos voluptuosos. Todos estábamos en forma y en pleno desarrollo, y quizás fue eso, la revolución hormonal o el hecho de que compartimos mucho tiempo en contacto con nuestros cuerpos y sus capacidades, lo que poco a poco nos llevó a cruzar los límites establecidos por la sociedad. Al patio lo rodeaban arboles altos y frondosos, lo que nos resguardaba de la mirada ajena y nos daba rienda suelta para hacer todo tipo de juegos y travesuras cuando estábamos solos. Pero a la hora de entrenar teníamos que estar tranquilos porque el entrenador solía ser muy estricto. No esperábamos más de cinco minutos después de alistarnos para el ejercicio. Papá llegaba con su típica vestimenta que se conformaba de una musculosa blanca, shorts cortos de color rojo y sus zapatillas deportivas. Nosotros teníamos lo que papá nos había comprado especialmente para cada uno; Javier llevaba unos shorts blancos bastante ajustados, Nico ...
    ... sus shorts azules y los míos eran verde. No usábamos remera y andábamos con el torso desnudo si no estábamos en invierno. El entrenador era alto, bien robusto y de prominentes músculos en la espalda y brazos. Cuello ancho y de mirada seria, velludo sobre todo en el pecho donde también se asomaban algunas canas como en el cabello. Cuando papá llegaba, nos colocábamos contra la pared con las manos apoyadas y extendidas para la revisión corporal. De esa manera comprobaría nuestro estado físico y la evolución con el paso del tiempo. Entonces empezaba por Javier y yo lo observa con atención, le palpaba los músculos de arriba abajo, el cuello, los brazos, la espalda, la cintura, el trasero, las piernas, incluso se detenía en los genitales y los apretaba con cuidado, a veces metía mano y sobaba la verga y los testículos para según él, comprobar que estuvieran en perfectas condiciones. Seguía el turno de Nico a quien le decía que tenía que trabajar más la cola y le sobaba repetida veces hincándole sin meter los dedos por el orificio del ano, mientras este se contraía como loco. Y finalmente llegaba a mí, que me masajeaba el cuello y la espalda, para luego palparme el pito y los huevos con algo de fuerza y me susurraba que iba bien. Esta era nuestra principal entrada en calor. Estirábamos y a correr unos quince minutos, después venían los ejercicios, flexiones de brazos, burpees, sentadillas, zancadas, abdominales y variantes. En fin, quedábamos exhaustos y papá daba por cerrado el ...
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