1. UNA BICICLETA PARA NAVIDAD


    Fecha: 12/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: gemini72, Fuente: SexoSinTabues

    Todo comenzó en junio del año 2015 cuando asistí al cumpleaños de mi prima Carola, quien cumplía 10 años. Todos sus primos, amigos, compañeros y vecinos celebramos juntos; bailamos, nos divertimos, pero casi al final de la fiesta se apareció su abuelo paterno con un regalo especial, era una bicicleta rosada, con canastilla, muy linda y en ella venía montado un enorme peluche blanco con corazoncitos rojos en todos lados. Todos nos quedamos sorprendidos, pero sinceramente yo sentí un poco de envidia ya que mis papás nunca me regalaban nada realmente grande para mis cumpleaños, y yo a mis abuelos ni los conocía, solo tenía una abuela que solo me regalaba abrazos y dulces jaja. No es que no quiera a mi abuelita, la adoro, pero es que por primera vez, a mis cortos 11 años, sentía la necesidad de ser consentida y querida como mi prima Carola. Al terminar la fiesta, ella nos sacaba en cara su regalo, dejó pasear a algunas de sus mejores amigas; el resto solo observábamos, yo tenía que fingir que estaba alegre por ella pero por dentro hervía de cólera, y le pedí a mama que ya nos lleve a la casa a mí y a mi hermanito. Toda la noche no pude dejar de pensar en la bicicleta, o tal vez no dejaba de pensar en el peluche, la expresión de felicidad en el rostro de mi prima, pero luego me ponía a pensar en aquella persona que le produjo tanta felicidad: su abuelo. Ese hombre casi calvo, que se apareció de saco y corbata, alto, de cuerpo firme, un poco gordito, una sonrisa amplia; tan ...
    ... amable, tan dulce. ¿Por qué no tenía un abuelito como él, tan lindo y dulce, que me consienta siempre? Todas esas sensaciones provocaron algo en mí. Fue la primera vez que sentí cosquillas en mi conejito, sola en mi cama pensando en muchas cosas, pero sobretodo en ese señor, me quedé dormida, de costado, con las piernas flexionadas y mis manos en mi conejito, mi totito, mi vagina. Pasaron los días, y cada vez que llegaba a casa de la escuela, me ponía a revisar en internet fotos de bicicletas, todos los tipos, los colores, los precios, las más populares; me ponía a dibujarlas, a pintarlas, todo mi pasatiempo tenía que ver con bicicletas; si salía a jugar con mis vecinos, no desperdiciaba la chance de montarme, aunque sea por ratos, en sus bicicletas. Entonces me ponía a pensar qué podría hacer para obtener la mía. Era mi sueño. Mi cumpleaños ya había pasado hacia un par de meses, pero yo me tracé como meta tener una bicicleta para navidad. Faltaba mucho tiempo pero nadie me iba a quitar las ganas de pasear libremente como lo hacía mi prima, o mis compañeros de escuela y vecinos que si tenían una. Decidí acudir donde mis tíos, mis papás, incluso mi padrino, pero nadie realmente se comprometió. ¡Nadie! Empecé a ahorrar dinero haciendo lo que podía, pero no era suficiente, yo sacaba mis cuentas y sabía que no me iba a alcanzar, pero ni para la mitad hacía fin de año, y así poco a poco mi frustración crecía. Aunque no lo crean, esa tristeza por no tener el juguete preferido afecta a ...
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