1. Consolando a mi primo


    Fecha: 31/01/2021, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Espagueti, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Si quieren comprender mejor la trama, pueden leer el relato anterior “El inicio de la historia” en la categoría de Primera Vez.
    Este relato es la continuación del primero, la historia se desarrolla en el mismo lugar un año después, con un cuerpo que se había desarrollado precozmente debido al inicio de mi vida sexual, mis pechos habían crecido y mis nalgas se habían levantado. Durante un año había tenido relaciones sexuales con mi tío, aunque de forma esporádica, una o dos veces por mes, pero solo con él, los de mi edad no me atraían, los sentía aburridos y los imaginaba “pequeños”; sin embargo algo cambió una ocasión en que noté que mi primo Miguel estaba más callado que de costumbre, ya de por sí era muy serio, pero esa tarde yo necesitaba un compás y cuando regresó de la escuela, inmediatamente se metió a su cuarto y yo fui a tocar su puerta.
    —¿Quién es?
    —“La vieja Inés”. —dije bromeando, mientras giraba la perilla de la puerta— Soy yo, tonto, préstame un compás, que el mío se rompió.
    —Sí, sácalo de la mochila.
    Ahí fue donde me di cuenta que había llorado, tenía los ojos rojos y húmedos. Siempre habíamos sido muy buenos amigos y me dolió que estuviera así, le pregunté el motivo, pero no quiso hablar. Lo abracé y le ofrecí mi hombro, el llanto volvió a brotar y nos quedamos callados. Le dije que volvería a hablar con él cuando terminara mi tarea; sin embargo la tarea se extendió y terminé después de cenar, ya casi a las once de la noche y como lo prometido es deuda, a ...
    ... esa hora y con mi pijama, volví a su cuarto y abrí la puerta sigilosamente, no quería que mis tíos se enteraran, aunque no escucharían, pues su recámara estaba en el segundo piso y el nuestro en la planta baja. La habitación estaba en penumbras y pensé que se había dormido, pero quise cerciorarme. Me acerqué a su cara y al ver sus ojos vi que estaba despierto.
    —¿Qué haces aquí? —me susurró—, ya duérmete.
    —Dije que vendría —respondí con otro susurro–, sabes que siempre cumplo mi palabra.
    —No te preocupes, ya estoy mejor, no es nada.
    —Te conozco y no lloras por nada.
    —No me hagas caso, ya entendí que no vale la pena llorar por nadie.
    —¿Es una chica, verdad?
    —Es una perra.
    —¿Que te hizo?
    —Jugó conmigo —se sinceró—, me agarró de tonto, me hizo pensar que me quería y yo caí.
    —¡Qué idiota eres!, lloras por alguien que no te ama. Yo voy a ayudarte a olvidarla y también a vengarte.
    —No digas tonterías, eres una niña aún —dijo sonriendo—, ¿qué sabes tú de amor?
    —De amor, nada; pero de sexo sí.
    Miguel peló los ojos como si le hubiera picado el culo “el negro del WhatsApp”.
    —¿En serio? ¿Tú ya te has acostado con alguien?
    —Sí, pero no vayas a ir de chismoso. Por lo que veo tú no.
    Se quedó callado, no supo que decir. Su tristeza había desaparecido, ahora veía un brillo diferente en sus ojos. Estaba excitado y yo me acerqué más a él, lo abracé, ahora fue un abrazo diferente, mis brazos estaban en su cuello y mi cara muy cerca de la suya. Lo besé en los labios y rodamos en ...
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