1. Cruce de rutas


    Fecha: 31/12/2020, Categorías: Hetero Tus Relatos Autor: Caramelo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    A Carmela la conocí en un pueblo lejos de todas partes, hace en montón de años, más de una década. Era el desayuno en un hotel. Un hotel de cuarta…, o de tercera. El único del pueblo. Estaba con su marido. Hubo un intercambio de información sobre rutas a tomar. A ella no la veía bien, pues estaba en otra mesa y la tapaba su acompañante, pero oía su voz. Hermosa, de contralto, casi de bajo. No la olvidé jamás. Intercambiamos tarjetas, por cortesía nomás. 
    Hace unos meses, por esas cosas de los medios, ella me encontró en Facebook. Parece que tampoco se había olvidado de mí. Vive a más de 500 kilómetros de mi casa. Mensaje va, mensaje viene, me dio su teléfono y yo hice lo mismo. Nos comunicamos varios meses de esa forma. Así me enteré que se había separado –por segunda vez, según me dijo-, y quedé en ir a visitarla. Y así fue. Cuando hice un viaje por trabajo, me di una vuelta por su ciudad. Todo el viaje me fue dando vuelta la cabeza. Se había separado y me había buscado por internet. Sería con “buenas intenciones” o había pasado demasiado tiempo? 
    Cuando la vi estaba hermosísima. Seguro se había arreglado para la ocasión, pero eso no le quitaba mérito a nada. Alta para ser mujer, 1,75 más o menos (con tacos, por supuesto), muy buen porte, buenísimo, cabello y ojos oscuros, piel canela, criolla o con aires de morisca. ¡Me gustó! Mi mente calenturienta se puso a mil. Por supuesto que no tiene cintura de avispa, pero con sus 50-55 años luce buenas tetas, goloso culo y ...
    ... torneadas piernas. ¿Para qué más?
    Creo que el propósito primitivo no iba a ser posible luego del opíparo almuerzo que me brindó. Sabía lo que pasaba. Esa comilona obligaba dedicar toda mi sangre a digerir. No había otra posibilidad.
    -¿Podemos tomar un café?
    -Sí, claro, ahora lo preparo.
    Carmela se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina. Yo maquinaba… ¿qué hago?
    -Está muy bueno. Gracias por molestarte.
    -Ninguna molestia; es un placer.
    Tomábamos el café. Ella estaba sonriente. Me dio un impulso. Me levanté y fui hacia ella. Me agaché y sin preámbulo besé su boca, rápido y suavemente. Ella correspondió a mi beso, aunque un poco asombrada.
    -Perdón, no pude resistir la tentación. ¡Te veo tan hermosa!
    -¡Oh! Salí, no digas macanas.
    No quise cargar las tintas. Volví a sentarme y la miré fijo.
    -¿Te parece que vayamos a dormir la siesta? A mí me vendría bien. Estoy cansado del viaje.
    -Si, por supuesto. Podes acostarte donde quieras…
    -Quiero que durmamos juntos.
    -¿Juntos? – Dudaba… ¡habré metido la pata? – Bueno, vamos. 
    Con el café medio vacío o medio lleno, me levanté y me dirigí hacia ella. Le tomé la mano y juntos fuimos a su dormitorio. Una cama bastante amplia. No habría problemas.
    Sin otra palabra, y sin mirarla, me desvestí. Quede en calzoncillos. La miré. Carmela sonrió, tomó algo del placard, y fue hacia el baño. Regresó con un coqueto camisolín con encajes, cortito, que dejaba a la vista sus hermosas piernas, con unos tobillos increíblemente finos. La veía de ...
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