1. La adivina


    Fecha: 24/12/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... toca.
    
    La gitanilla desapareció como por arte de magia.
    
    Luis pensó que debía estar soñando, aun así, meneó la polla y se corrió. Después se echó a dormir.
    
    A la mañana siguiente, Luis, al despertar y recordar el sueño, sonrió y se dijo a si mismo:
    
    -Ojalá tuviese un sueño de esos todas las noches.
    
    Cogió la manta que le había servido de almohada y vio que estaba manchada de un líquido blanquecino.
    
    -Seguro que es de mi semen.
    
    Después de desayunar enganchó a Bucéfalo al carro. Poco más tarde se ponía en marcha.
    
    Al mediodía llegaba a un pueblo entre montañas. Todas las casas eran blancas. Todas fueran pintadas con cal. Fue recibido con gran expectación por las personas que encontró en el camino.
    
    El pueblo se llamaba Paraíso y tenía 300 habitantes. Al poco de llegar, Luis, hizo sonar el cuerno.
    
    Al juntarse la gente, sentado en el pescante, comenzó a subastar unos platos.
    
    -¡¡Media docena de platos de barro¡¡ ¡¿Cuánto dan por ellos?!
    
    Una mujer, morena, de unos sesenta años, fue la primera en pujar.
    
    -¡Seis pepitas de tamaño extra grande!
    
    Luis pensó que en aquel pueblo no iba a hacer negocio.
    
    -Señora, las pepitas de calabaza no tienen ningún valor para mí.
    
    -Mis pepitas son de oro.
    
    La mujer se acercó al carro. Abrió un saquito y le enseñó a Luis las ...
    ... pepitas de oro.
    
    -¡Adjudicados a la señora!
    
    A los vecinos les pareció un chollo, ya que comían y bebían en platos y vasos de madera. Al final, Luis, entre platos y vasos casi juntó cuatro kilos de oro.
    
    Cuando termino la subasta ya era la hora de comer. Luis le preguntó a una cuarentona que estaba acompañada de una jovencita rubia:
    
    -¿Sabe dónde podría hospedarme y dar buen forraje a mi caballo?
    
    -En nuestra casa encontrará ese forraje tu caballo y tú buena cama y buena comida.
    
    Luis, mirando con picardía para la jovencita rubia, que le sonreía, le preguntó a la cuarentona:
    
    -¿Y compañía?
    
    -Todo tiene un precio en esta vida, joven.
    
    -¿Y cuál es el de la posada?
    
    -Una manta y una sábana por cada semana que estés en nuestra casa.
    
    A Luis le pareció bien porque que sólo pensaba quedarse para comer y para cenar. Al día siguiente se iría de Paraíso.
    
    -¿Qué hay de comer hoy?
    
    -Conejo asado con patatas y zanahorias.
    
    Luis vio pasar, a lo lejos, a la gitanilla de la noche anterior, y le preguntó a la cuarentona:
    
    -¡¿Quién es aquella gitanita?!
    
    -No es dulce para tu paladar.
    
    -¿Pero quién es?
    
    -La Adivina.
    
    La joven rubia, iba a matizar.
    
    -Adivina de día, bruja de noche.
    
    La cuarentona, reprendió a su hija:
    
    -¡Calla, insensata!
    
    Fin de la primera parte. 
«12»