Tendencia natural - Relatos Eróticos

Tendencia natural

Cuando murió Sonia tras 20 dulces años de compañía y complicidad, me vi encerrado en mi mismo con la soledad entrando por todas las ventanas. 
Me fui dejando estar, dejé de afeitarme, apenas comía, no alimentaba a los perrazos que con tanta paciencia cuidaba Sonia y de no ser por Jonás, mi hijo menor, todo se habría hundido en la zozobra de mi corazón. 
El muchacho tenía su propia familia, mujer y trabajo y aunque trataba de acompañarme en mi dolor, no podía con su vida y la mía. 
Me decía "Ya perdí a mi vieja, papá, no quiero que te vayas tú también". 
Me daba pena el chico, pero estaba tan aplastado por la soledad que ya había pasado el punto de retorno.
Tras semanas de abandono, Jonás decidió tomar cartas en el asunto y buscó en internet alguna criada dispuesta a lidiar con mi abandono y que mantuviera un cierto orden en la casa. De esta forma entró Laura a mi vida. 
Una mañana sentí sonar el timbre y aunque me negaba a responder, la insistencia del tintineo me obligó a abrir la puerta, bastante molesto. Frente a mí me encontré una muchacha bastante joven y bella, con una indefinible determinación en la mirada. Se había plantado en mi puerta con su carita de ángel, un bolso de mano algo abultado y traía consigo una copia del email que Jonás le había enviado pidiéndole "hacerse cargo" de mí. 
En mi estado de indiferencia, me resultó inoperante oponerme a la voluntad de mi hijo. Sólo le pedí que no me hablara demasiado y la dejé parada en el salón sin siquiera ...

... ofrecerle un vaso de agua o indicarle cuál sería su cuarto.
Me fui a mi sillón a rumiar mi amargura mientras el sonido de las cosas que vuelven a su lugar, de los platos fregados hasta quedar limpios y el aroma de la comida casera empezaron a perturbar mi determinación autocompasiva.
Ese primer día concluyó con una breve visita de Jonás que quedó muy bien impresionado con la muchacha y de ver la casa nuevamente limpia y ordenada por lo que se marchó aliviado diciéndome "te dejo en buenas manos".
A la mañana siguiente no encontraba razón para despertar cuando una melodía que venía desde la cocina me hizo rezongar. al rato unos nudillos tocaron a mi puerta y aunque no quise responder la blanca manita de Laura se asomó por el quicio trayendo una bandeja con panqueques y chocolate que me trajeron una fuerte evocación de mi amada Sonia. Una lágrima de viejo se coló a mi pesar y Laura apenada se inclinó para reconfortarme. No pude evitar ver entre su escote un par de pechos bonitos y turgentes sin sujetador y aunque mi tristeza era profunda y verdadera, mi naturaleza viril no sabía nada de sentimientos y sentí un calorcillo y no pude evitar que mi vigorosa erección se viera a través de la sábana. 
No les he contado de esto porque no venía al caso, pero las dimensiones de mi humanidad son bastante desproporcionadas. El miembro que me fue dado por la naturaleza es algo exagerado, una longitud casi el doble de la media es acompañada por un grosor del diámetro de mi antebrazo. Durante mi ...