1. El ático


    Fecha: 04/12/2017, Categorías: Confesiones Autor: leosolari, Fuente: RelatosEróticos

    ... apoderarse por largas horas de la sala, del comedor y del patio posterior de la casa; la limpieza era un excelente motivo para tenernos: afuera en la quinta, en el patio posterior, o aburridos en nuestra habitación.
    
    La tía tenía un cuerpo muy bien cuidado, a ella le gustaba encerar el piso a mano y luego, para la lustrada, no usaba la máquina; ella prefería hacerlo con sus pies, con unas franelas que las acondicionaba como si fueran fundas de sus zapatillas; esa rutina le permitía tener unas piernas muy atractivas, nada de flacidez.
    
    Para aquella época yo empezaba a tener sueños eróticos y a veces coincidían con alguno de esos días de la limpieza de la casa; mientras yo tomaba el desayuno mi tía que ya empezaba a juntar algunos de sus utensilios, sintonizaba alguna emisora radial; entonces yo reparaba en su ropa, un short muy apretado, un polo bien pegadito que evidenciaba el buen estado físico que ella tenía; me intrigaba saber si sus pezones eran iguales a los que había visto en aquel Playboy que compartían en el aula.
    
    La antipatía por mi tía y los asuntos escabrosos de mis compañeros se fueron mezclando muy sutilmente y en mis pensamientos la hice víctima de mis deseos de ser irrespetuoso con quien no nos respetaba, se me antojaba ser malcriado con ella, pero lo cierto es que yo le temía pues tenía un carácter muy fuerte.
    
    Alguna vez, luego de haberme impedido por más de 2 horas el ingreso a la casa, para que yo “no le manchara la cera del piso”, decidí hacer ...
    ... algo atrevido en cuanto pude entrar; sentí que así yo me sentiría resarcido.
    
    Yo acostumbraba, al igual que todos mis amigos del barrio, vestir un short deportivo amplio, nada ajustado. Ya en la casa, me metí al baño pequeño que había en el patio y me saqué la ropa interior, la tiré a la canasta de la ropa sucia y me puse nuevamente mi short, acto seguido salí a darle el encuentro a mi tía.
    
    Ella ya casi se alistaba para bañarse, volvía a su lugar alguna de las sillas que había movido durante la encerada del piso, me ofrecí a ayudarla y ella aceptó; para variar, mientras yo ponía las sillas en su lugar en el comedor, ella desde la sala y sin mirarme, me lanzó un nuevo reproche: “mira la marca de esos dedos en el sofá, eso lo hacen ustedes cada vez que regresan de jugar en la calle y pasan sobándose en los muebles”.
    
    Sin que ella me viese y en señal de protesta por aquella injusticia, deslicé mi short hacia abajo y dejé descubierto mi brioso ofidio; muy dentro de mí, pensaba “¡toma esto, para que me reclames con razón!”; ella ni se enteró de mi atrevimiento, yo por mi parte me sentí vengado, pero la verdad es que también me había dejado muy excitado; moví una silla y otra, tratando de cubrir mi erección, ella pasó mas de una vez al lado mio y ni lo notó.
    
    Cuando terminé con las sillas, me metí a mi cuarto algo turbado; era una sensación aun desconocida para mí, miré mi short por dentro, estaba húmedo, tenía una apariencia babosa y emanaba un olor muy peculiar, algo así ...
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