1. Desafío de galaxias (capitulo 37)


    Fecha: 01/07/2017, Categorías: Infidelidad Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    Con la tregua firmada la calma en los frentes era total, aun así, no se bajaba la guardia y los contingentes estaban siempre alerta. Desoyendo las recomendaciones en contra de Marión y todo el estado mayor, Marisol se presentó en Ikoma Tome. Sabía que su presencia levantaría la moral de las fuerzas de Opx y Loewen, y ni siquiera el presidente Fiakro la había podido convencer. Anahis la acompañaba, junto a su asistente y un destacamento de elite se encargaba de su protección. A causa de los términos de la tregua, el Fénix no pudo acercarse a Ikoma Tome y la última parte de viaje se hizo en un transbordador, eso si, fuertemente armado y protegido por varias escuadrillas de interceptores. La nave aterrizó en una explanada donde varios escuadrones de infantería rindieron honores.
    
    —Si me hubieras avisado con más tiempo te habría preparado una fiesta que te cagas, —dijo Opx cuando Marisol descendió por la rampa fundiéndose en un fraternal abrazo—. Que ganas tenía de verte, han sido demasiados meses.
    
    —Yo también he echado de menos tus bobadas, —respondió Marisol dándole tres o cuatro sonoros besos, como buena española.
    
    —¿Y para mí no hay besos? —preguntó Loewen con una amplia sonrisa.
    
    —Pues claro que sí.
    
    —Si es posible sin sonido, —bromeó Loewen estrechándola entre sus brazos.
    
    —Eso no es posible, —dijo Marisol besándola también mientras Opx achuchaba a Anahis.
    
    —¡Eh! A ver que haces con mi chica, —bromeó Marisol mientras Anahis abrazaba a Loewen.
    
    —¡Uy mi ...
    ... amor! Ya sabes que yo no soy peligroso… con ella, claro.
    
    —¿Y donde está Leinex?
    
    —Como he supuesto que querrás visitar el acuartelamiento, y confraternizar con la tropa, —contestó Opx sonriendo— ¡sí!, eso que todos te dicen que no hagas y que tú no haces ni puto caso, está ultimando la visita… turística. Ahora viene.
    
    —¡Vale! Tengo ganas de darle dos besos.
    
    —¡Eh, eh, eh! A ver que vas a hacer con mi chico.
    
    —¡Uy mi amor! Ya sabes que yo no soy peligrosa… con él, claro, —todos rieron. Marisol se puso seria y paso revista a la tropa de honores, incluso departió con algunas caras conocidas. Cuando finalizaba la revista, Leinex se unió a ellos e inmediatamente se abrazó con Marisol, de la que recibió su ración de sonoros besos, y con Anahis. Durante dos o tres horas visitaron el acuartelamiento, anduvo entre las tiendas de campaña manchándose las botas de barro, entró en ellas y departió con los soldados, bebió los chupitos que la ofrecían, canto con ellos, y acaricio a los heridos que quedaban en el hospital de campaña.
    
    Finalizada la vista, llegaron al comedor principal donde cenaron en compañía de varios cientos de soldados, con los que siguió departiendo, y después, se retiraron a una salita donde siguieron hablando.
    
    —Ahora que lo pienso, —empezó a decir Marisol mientras llenaba unos vasos con orujo español de una botella que había traído de España— todos nos hemos emparejado menos tú Loewen.
    
    —¡Eh!, a mí déjame tranquila que yo estoy muy bien como estoy, y no ...
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