1. SECRETOS DE FAMILIA: Con mamá en el cine


    Fecha: 19/04/2020, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Brandán, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Somos una familia feliz, compuesta por papá, mamá, mi hermana y yo. Mi padre es un buen mozo cuarentón, trabajador y honrado. Mamá tiene la misma edad: regordeta, de tez blanca, cara bonita, labios carnosos, buen culo y mejores tetas. Lo que voy a contar es real como la vida misma. Ocurrió cuando yo andaba por los doce añitos, despertando a los placeres de los sentidos... 
    A mamá no le gustaban demasiado los western, esas películas de indios y vaqueros estruendosas y llenas de muertos por balas o flechas, pero siempre me complacía las tardes que no tenía colegio cuando proyectaban en el cine de barrio este tipo de filmes. Pero una tarde fue ella la que resultó bien complacida, y no precisamente por lo que salía en pantalla.
    Ya estaba la sala a oscuras cuando se sentó a su lado un hombre de complexión fuerte y con pinta de camionero; seguramente, algún transportista de paso por la ciudad que quiso matar el tiempo entre carga y carga metiéndose en aquel cine viejo y no muy limpio precisamente. Pendiente yo de las peleas entre yanquis y sioux, aún tardé en reparar en que aquel hombre de unos treinta y tantos años empezaba a meterle mano a mi madre. Primero, tras un tanteo inicial rozándole la rodilla con la suya y comprobando que ella no la retiraba; luego, introduciendo la mano bajo la falda, alcanzar la braga y empezar a tocarle por encima la raja del coño.
    Mamá se dejaba hacer y empezó a calentarse sobremanera. Tanto que me dijo:
    - Hijito, desde aquí no ves bien la ...
    ... peli. Vete unas filas más adelante y, de paso, pasa por la cantina y cómprate unas palomitas y una cocacola.
    Me extrañó que me permitiese tomar aquello que ella llamaba comida basura, pero yo encantado salí al hall del cine y adquirí la merienda. Luego volví y me situé justo dos filas delante de ella... y del desconocido.
    Ya empezaba yo en aquella tierna edad a tocarme y producirme placeres solitarios, así que empecé a sospechar de aquella actitud inusitada de mi madre. Con un ojo en la pantalla y otro virado hacia atrás no perdí detalles de lo que se disponía a hacer la pareja.
    Ya mamá se había abierto de piernas y el hombre, que había logrado bajarle las pantoletas,  con sus hábiles dedos la estaba masturbando frenéticamente. Mi adorable madre gozaba como una zorra con aquella dedada, su concha empapada de jugos permitía a aquel aprovechado recorrer con facilitad todo a lo largo de la vulva pero centrando su frotamiento en el clítoris hinchado como una pequeña pija. Mamá, recostada sobre la butaca, toda espatarrada, jadeaba lastimosamente mientras el hombre imprimía más ritmo a la paja. Cuando la consideró recalentada como una perra en celo y fuera de control, se desabrocho el pantalón, sacó una polla descomunal babeante, y cogiéndola por el cuello se la hizo meter en la boca. Mamá metió aquella verga con fuerte olor a requesón hasta las mismísimas amígdalas y empezó a bombear. Yo no perdía detalle y no daba crédito a lo que veía de medio lado. Pero lo más fuerte vino a ...
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