1. Hilario.


    Fecha: 13/12/2019, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Hilario.
    Unos días después de aquel jaleo en la presa, varios niños jugábamos en el pesebre de los animales en la casa de Hilario, imaginándolo como si fuera un camión de pasajeros que pasaba por el pueblo. Ya se había metido el sol y empezaba a pardear previo a la oscuridad de la noche, cuando llegó Hilario cargado con 2 cubetas. Al verlo entrar al corral, todos los niños brincaron fuera del pesebre, pero yo me quedé sin moverme.
    - Voy a darle de cenar a los animales, ¿me ayudas a traer una cubeta de pastura que quedó fuera? -
    - Si - le contesté y de un salto bajé y corrí a cumplir la orden.
    Con gran dedicación puso el alimento en cada lugar que correspondía, llenó una batea de piedra labrada que servía de bebedero de sus preciados animales. Yo nomás lo miraba tratando de no estorbar, hasta que terminó, se dirigió hacia un grueso tronco de árbol que servía de banca y se sentó en él. Sin esperar invitación, hice lo mismo y me senté a su lado.
    - Nunca me habían hecho lo que me hiciste el otro día en la presa,  recuerdas? - y abundó sin darme oportunidad de contestar, -  Quién te enseñó? 
    - Nadie, nunca lo había hecho, bueno, sí lo había hecho entes a uno de la escuela, pero no de esa forma ni lo tenía tan grande como tú, él también me lo hace, pero a mí no me sale nada, nomás me dan ganas de hacer pipí. A él si le salió lechita, pero no tanto como a ti, será porque es más chico que tú. - Le contesté sin cortapisas.
    Ya estaba oscuro, aunque ya habían introducido la ...
    ... electricidad, no había mucha iluminación, por lo que en el lugar ya no se veía muy claro, pero de cerca aún se podía distinguir algo de nosotros. Como que Hilario quiso agarrar valor con una profunda respiración, porque luego de hacerla me preguntó
    -  Quieres hacerlo otra vez? - Me dijo de pronto y sin pensarlo, le contesté con un decidido Sí.
    Sin más nada se paró desabrochándose el cinturón y el botón de su pantalón y se los bajó con todo y trusa hasta la rodilla, para luego volver a sentarse en el tronco. No había ningún pendiente de que alguien irrumpiera para sorprendernos, estábamos lejos de la única puerta que bien dominábamos con la vista como para de inmediato darnos cuenta si alguien entraba.
    En cuanto Hilario se sentó, metí la mano derecha entre sus piernas hasta alcanzar su verga ya en proceso de erección. Bastaron unos pocos movimientos para que aquello se pusiera igual de grande, grueso, duro y caliente como en la presa. Intenté agarrarlo también con la otra mano, pero al no alcanzar, me levanté, me hinqué al frente y lo tomé a dos manos. Aún así, no alcance a cubrirlo todo, estaba inmenso.
    Por la inercia de los movimientos para allá y para acá, me fui acercando y cuando menos pensé ya lo estaba tocando la punta con mis labios, luego los abrí un poco y el orificio uretral ya tocaba mis dientes. Aún tenia miedo meterlo a la boca por aquello de la posibilidad de tragar líquidos que me pudieran hacer daño. Además, seguro que no me cabría tamaña cabezota. Lo que si ...
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