1. Mi sobrina María Victoria


    Fecha: 19/11/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Charls, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Carlos, tengo 53 años y entre varios sobrinos y sobrinas, tengo una sobrina de 18 casi 19 años que se llama María Victoria, pero que todos conocemos como Vicky.
    
    Vicky ha de medir 1,65 metros, tez trigueña, cabello castaño, hermosa sonrisa, buen cuello, tetas generosas y erguidas, buen culo, lindas piernas en un contexto de una chica que practica deportes desde hace años.
    
    Vicky, además, es mi ahijada.
    
    Hace un tiempo advertí que en las reuniones familiares me observaba fijamente mientras yo hablaba con otras personas en la mesa, al comienzo no le di importancia, pero al repetirse la actitud, me sentí algo incómodo por temor a que alguien más se diera cuenta.
    
    Así pasó el tiempo, pero ante la persistencia, la empecé a mirar con otros ojos, descubrí un brillo distinto en su mirada, me maravillé de sus tetas, de su culo, de sus piernas, de su cuello y de su boca; pero tenía temor de equivocarme o bien, quedar como un viejo boludo ante el coqueteo de una pendeja que estuviera histeriqueando.
    
    Transcurrieron los meses, hasta que una tarde la tropecé en la calle, justo en la entrada del edificio donde tengo mi oficina –trabajo independiente−, nos saludamos con un beso en la mejilla, cambiamos unas palabras (sus ojos brillaban), y se escuchó un fuerte trueno al mismo tiempo que empezaron a caer grandes gotas de lluvia.
    
    —Entremos que nos vamos a mojar, acá tengo mi Oficina —dije yo.
    
    —¿Acá? —preguntó.
    
    —sí, acá —respondí.
    
    Entramos al Edificio, llame el ...
    ... ascensor, subimos y mientras ascendíamos note su respiración algo agitada y no paraba de mirarme a los ojos.
    
    Llegamos al piso, abrí la puerta de la Oficina, entramos, cerré la puerta con llave, encendí las luces y le dije:
    
    —Pasá, —señalando hacia el fondo donde tengo mi privado.
    
    Caminó delante mío, y yo la seguí admirando su turgente culo, que se movía debajo de un vestido de verano, de algodón o algo así, y que dejaba adivinar una diminuta tanguita.
    
    Entramos al privado, por la ventana se veía una copiosa y ruidosa lluvia, le acerqué una silla, pasé al otro lado de mi escritorio, encendí la PC y le ofrecí un café, ella aceptó.
    
    Serví ambos cafés y procedí a abrir el correo, deseché mensajes sin importancia y mientras leía y respondía los demás, Vicky sorbía su café lentamente y encendió un cigarrillo.
    
    No sabía que fumabas, le dije, ella respondió:
    
    —En mi casa no lo hago porque mi papá me mata.
    
    La miré mientras hablaba y seguía con los ojos brillantes y ahora, con los labios también brillantes como si se hubiera pasado la lengua. Terminé con el correo, encendí por mi parte un cigarrillo y mirando hacia la ventana exclamé:
    
    —¡Qué manera de llover!, parece que no te vas a poder ir.
    
    —Si no te molesta tío, me quedo hasta que pare.
    
    —No hay problemas, pero te vas a aburrir.
    
    Ella me miró y suavemente me dijo:
    
    —No creas tío.
    
    Se levantó de su silla, tomó los pocillos de café, fue a la pequeña cocina, los lavó y volvió a mi privado, tomó asiento y ...
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