1. El amigo de mi hijo


    Fecha: 18/11/2017, Categorías: Gays Autor: SantiagoRodriguez, Fuente: SexoSinTabues

    Vivo solo desde que me divorcié. Un viernes, como a la 1am, sonó el teléfono de mi casa. Era Dante, un compañero de mi hijo y, tengo entendido, su mejor amigo. Estudiaban juntos psicología en la universidad e incluso eran parte de la selección de remo. Como paraban juntos de arriba para abajo, cuando mi hijo venía a visitarme solía traerlo y la verdad es que el muchacho me caía muy bien: era educado, bastante culto para su edad, tenía sentido del humor y un porte muy varonil pero con cierto refinamiento. Nunca se me ocurrió que pudiese ser gay… entonces no lo veía con esos ojos. Esa madrugada, Dante preguntó por mi hijo. Le dije que no estaba porque no vivía conmigo y le pregunté si sucedía algo. Me dijo que no, que nada grave; solo que él había estado tomando con unos amigos y que ya estaba muy mareado y le daba miedo tomar un taxi hasta su casa, porque vivía lejos, y estaba buscando a mi hijo para quedarse en su casa a dormir. Que lo disculpe por haber confundido los números telefónicos. La situación hizo que me preocupara. Le dije que si recordaba mi dirección, que venga a mi casa y se quede a dormir, sin ningún problema. “No, qué ocurrencia, señor”, me dijo. “Dale, no seas tonto ni irresponsable, ven a mi casa y duermes aquí”. Él aceptó y colgó. No pasaron ni 15 minutos y Dante llegó, completamente borracho. Pidió “disculpas por la conchudez” y se sentó en la sala. Le dije que podía dormir en el mueble, y que si quería le prestaba un pijama. “Me quedará grande”, me ...
    ... dijo. Él medía como 1. 75 metros y fácil que pesaba 70 kilos de puro músculo; durito pero delgado, con unas nalgas perfectas, eso sí. Yo soy bastante más alto y más ancho, y a mis 45 años aún evidencio mi pasado de joven deportista. Pero hasta ese momento no se me había ocurrido que podría pasar algo con otro hombre… es más, si bien algunas veces había admirado el cuerpo de los muchachos, nunca había siquiera imaginado tener una experiencia homosexual. Dante empezó a desvestirse lentamente, mostrando primero su torso juvenil y ligeramente cubierto de vellos. Evidenciaba ser un deportista de 19 años recién cumplidos. Tenía la piel blanca pero estaba bronceadito (a pesar de ser invierno); llevaba los brazos y la espalda tatuados. Luego se quitó el pantalón y se quedó en calzoncillos… esas nalgas prominentes volvieron a anunciarse. El calzoncillo era bastante ajustado y se amoldaba perfectamente a sus redondeces. No le vi el paquete porque eso no era precisamente lo que me llamaba la atención. Entonces él se dio cuenta de que le estaba mirando el poto y se lo cubrió con la ropa, de forma instintiva. Sonreí por la ocurrencia y le dije que la casa era suya, y que podía hacer lo que quisiera menos vomitar en el mueble de la sala. Lo dejé y me fui al cuarto a dormir. La escena me había dejado excitado pero mi conciencia no me dejaba admitirlo. Estaba empalmado y empecé a meneármela, pero dejé de hacerlo en cuanto me descubrí a mí mismo pensando en el culo de Dante. Pasó media hora y en ...
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