1. Elida


    Fecha: 31/10/2019, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Al nacer estuve a punto de morir, sobreviví, pero en condiciones hasta cierto punto precarias: Enfermizo, débil física y mentalmente, todo me asustaba, lloraba por cualquier motivo, tenía miedo de salir a la calle, me asustaba la gente de mi edad y prefería mantenerme dentro de la casa.
    Casi arrastrando, a los 6 años mi madre me llevó a la escuela por primera vez, iba muerto de miedo con la incertidumbre de lo desconocido, con tanto niño extraño pensaba que algo malo me esperaba. Gran alivio experimenté cuando le dijeron a mi madre que ya no había lugar y tenía que esperar al siguiente ciclo escolar.
    Ante tal circunstancia me llevaron a un pequeño pueblo de donde eran mis padres con la intención de inscribirme en la escuela del lugar, cuando supe tal intención, sentí que el mundo se me venía encima porque menos me gustaba la idea, pero nuevamente salì bien librado porque ya tampoco había cupo, decidieron dejarme allá con mis abuelos para que me inscribieran oportunamente en el siguiente año escolar.
    Por los mismos sentimientos, no me hice de amigos, en cambio, tuve la fortuna de conocer a una chica mayor, ya era una señorita de 18 años, quien me llevaba a cualquier lado que ella iba, hasta la acompañaba a trabajar en el campo y eventualmente me llevaba a dormir con ella.
    Yo no sabía nada de sexo, la única diferencia que alcanzaba a distinguir entre un hombre y una mujer era la vestimenta, los hombres con pantalones y las mujeres con falda, así que no había nada de ...
    ... malicia de mi parte, pero creo que de su parte si había algo de eso.
    La primera vez que dormí con ella me abrazó para que no tuviera frio y me complació mucho porque sentí su cuerpo pegado al mío mediando solamente una prenda de suave tela, que me gustaba tocar para dormirme, además de acurrucarme entre sus firmes y suaves pechos.
    Sin saber aún de qué se trataba, el relampagueo de una noche de tormenta me asusté tanto que empecé a llorar y ella más me atrajo hacia sus pechos tratando de consolarme y protegerme. Una de mis manos quedó precisamente tocando a través de su camisón, uno de sus pechos a la altura de su pezón que lo sentí duro y rugoso. Al cabo de un rato, curioso le pregunté que era eso, es con lo que se alimenta a los niños recién nacidos, me dijo con un tono maternal.
    A partir de ese detalle empecé a tratar de recordar sin lograrlo, cómo fue que yo me alimenté de eso y con ansia esperaba la siguiente noche que ella me llevara dormir en su cama, pensaba mucho en ello y por fin llegó. Como era ya costumbre, me arropé con su cuerpo y a propósito puse la mano sobre aquella bolita en su pecho que noches antes me había causado tanta curiosidad y placer.
    De pronto me preguntó, quieres probar?... Si, le contesté con un entusiasmo algo retraído. Se quitó mi mano y sacó su voluptuoso pecho, sin verlo, al momento sentí su belleza y calidez y con cierta timidez, pero con gran entusiasmo, determinación y seguramente por curiosidad, me lo puse en la boca e instintivamente empecé ...
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