1. Mi vecino, sucio y violador


    Fecha: 29/08/2021, Categorías: Hetero Autor: MilkyQueen, Fuente: SexoSinTabues

    Mi nombre es Mónica, tengo 25 años y estoy estudiando gastronomía. Siempre he sido una persona que se preocupa por su salud, así que todos los días hago ejercicio después del trabajo. Más de 5 años en el gimnasio y en el spinning habían dado como resultado un cuerpo bien torneado. ¡Y me encantaba presumirlo! Tantos años de esfuerzo en el gimnasio habían formado unas tetas firmes y grandes, una cintura marcada y una cadera firme y potente. Mis nalgas traspasaban casi la mayor parte de los mallones y la ropa deportiva. Me encantaba usar tangas para poder resaltar mi cuerpo fitness, a pesar de que muchas compañeras y vecinas me tachaban de puta. Lo cierto es que, si lo era, realmente no entraba en esa categoría. Me gustaba provocar a los hombres, pero jamás había dejado que ninguno me pusiera la mano encima sin mi consentimiento. A muchos no les importaba, pero otros realmente se quedaban con la verga caliente en la mano y tuve problemas por eso. Vivo en un departamento alto que está frente a un edificio similar al mío. Como los edificios están enfrentados, podías ver a través de algunos de los cuartos de los vecinos. Yo aprovechaba esta situación para pasearme en ropa interior por mi ventanal. Frente a mi departamento había un gran ventanal y en él siempre se asomaba un vecino bastante peculiar. Era gordo y casi nunca lo veía en las mañanas, sólo en las noches cuando me espiaba. Había acomodado su sillón de manera que pudiera ver perfectamente hacia mi ventanal. Su aspecto era ...
    ... sumamente descuidado, tenía la barba demasiado crecida y usaba lentes. Caminaba con mucha lentitud y podía ver cuando se desplazaba en su departamento. Era un ser de aspecto repulsivo, y sin embargo, me encantaba calentarlo porque sabía que nunca podría tocarme. Él y yo habíamos adaptado una rutina no acordada. A las 8 en punto, yo me paseaba en ropa interior frente a mi ventanal, como si estuviera buscando algo en el piso. Él se sentaba en su sillón y podía ver cómo se sacaba el pene del pantalón. Para ser un hombre dejado y sucio, tenía un choto bastante grande y gordo. Me encantaba ver cómo se masturbaba porque siempre apretaba los labios para demostrarme que lo estaba gozando. Cuando comenzaba a masturbarse, me empezaba a quitar el sostén y la tanga y comenzaba a bailar frente a él, sin mirarlo. Cuando podía le echaba un rápido vistazo. Veía cómo su mirada se perdía en mi culo y en mis tetas, y eso de alguna manera me prendía. Después me acercaba al mueble de la sala y sacaba mi consolador negro, y lo rozaba por todo mi cuerpo hasta que terminaba masturbándome frente a él. Prácticamente teníamos sexo a distancia, y a juzgar por el modo en que se masturbaba, a los dos nos encantaba. Todas las noches era de ley que él sacaba un chorro pequeño de semen, dando por terminada nuestra sesión de voyeurismo. Era una situación desestresante para mí y el vecino estaba de acuerdo. Una noche, mientras regresaba del gimnasio, iba caminando por el parque de mi ciudad buscando las llaves ...
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