1. Historia del chip (039): El club (Enko 003)


    Fecha: 30/07/2021, Categorías: Transexuales Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... ligeramente la nalga.
    
    —Vamos, te enseñaré tu habitación. Los hombres no saben cómo hacer estas cosas.
    
    A Nadia le hubiera gustado saber si se refería al magreo, la exhibición o a la falta de educación por hacerlo delante de todo el mundo. La habitación estaba en el primer piso y las escaleras de piedra eran frías. Era amplia y espaciosa pero la pared se componía de cristal. Estuvo a punto de soltar una exclamación.
    
    —A todo el mundo le pasa igual, la primera vez— explicó Emma. —El cristal es de doble capa, insonoriza mejor que una pared. No tendrás problemas para dormir.
    
    —¿No hay lugares más íntimos?
    
    —Las habitaciones de los hombres, pero hay muy pocas. Casi todos duermen con una mujer. Si duermes con Enko, sí podrás disponer de un lugar recogido.
    
    —¿Si duermo con él?
    
    —Aquí vienes a ser compartida, Nadia. A aprender a quitarte los celos, la manipulación y todas esas cosas que se nos atribuyen a las mujeres.
    
    Hubiera protestado. No tenía sentido.
    
    —¿Y a los hombres no les molesta no tener intimidad?
    
    —Están con las mujeres de otros. Son trofeos. Somos intercambiables.
    
    Nadia fue usada esa noche por varios de los trabajadores del club, mientras Enko durmió con Emma. No había nadie más en el centro. Por la mañana, se llevó una sorpresa, después de desayunar. La condujeron a un ...
    ... atracadero, donde Enko ya se hallaba en una zodiac, vestido con unos pantalones cortos, una camiseta holgada y unos zapatos prácticos.
    
    —Amor, entra.
    
    Con ciertos reparos, Nadia se introdujo en la embarcación, su cuerpo desnudo destacando. Estaban al aire libre y temía que alguien no perteneciente al club pudiera verla. Y la cadena colgando de los pezones y el pubis encerrado no ayudaban.
    
    —Con soltura, Nadia. Actúa como si estuvieras vestida.
    
    Para calmarla, le dio un beso. Mientras tanto, uno de los acompañantes dejó un par de bolsas con la ropa de Enko y la comida para unos días. Enko le dio las gracias y se dispuso a arrancar la embarcación.
    
    —No vamos muy lejos, a una isla en esa dirección. A una hora de navegación, aproximadamente. Es un sitio formidable. Te encantará. Siéntate aquí y trae las piernas.
    
    Nadia se acercó y alargó las piernas para que las acariciase a su gusto. El triángulo en el pubis aparecía como una especie de tanga si se estaba lo suficientemente lejos, lo que tranquilizó un poco a Nadia. Sólo la cadena era demasiado llamativa para un paseo al aire libre. No sabía por qué, pero le parecía distinto a estar en una playa. Quizás porque Enko estaba totalmente vestido.
    
    No se quedó demasiado rato centrada en esos pensamientos, las caricias en los muslos eran demasiado insistentes. 
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