1. Jueguitos sexuales


    Fecha: 26/07/2021, Categorías: Anal Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Ahora puedo decir que estoy bien. Pude asomar la cabeza del infierno en el que me metí por boluda, y hoy tengo ganas de recomponer mi vida, la que mi ex novia arrugó y pisoteó como a un trapo viejo.
    
    No fue sencillo gritarle a toda mi familia mi condición de lesbiana, y abandonar mi hogar antes de que me lastimen con sus antiguas morales.
    
    Mi primera relación fue con Antonella, a mis 19 años. No duramos mucho. Fueron apenas dos años de discusiones, celos sin sentido y una imperante necesidad en ella de controlarme, hasta en lo que gastaba.
    
    A los 22 tuve un pequeño desliz y salí durante 6 meses con un pibe que me calentaba mucho.
    
    Luego, hasta los 24 pasé por una sequía de dos inviernos crudos, y a los 26 conocí a Fernanda. Ufe en un boliche.
    
    Llovía a cántaro cuando las dos bebíamos vino y hablábamos de fútbol. Ella jugaba de 9 en un club de barrio, y aunque con solo 18 años tenía un talento admirable, le faltaba un golpe de suerte para que alguno de los sabios del género la descubra.
    
    Esa noche no podía dejar de mirarle las piernas, ya que su faldita se bamboleaba cuando salía desatada a la pista, se tiraba algunos pasos y volvía conmigo.
    
    A ella tampoco se le hizo fácil con su familia. Para colmo tiene un hermano gay.
    
    A las 7 de la mañana pedimos un taxi, colmada de licores y pucho ajeno, aturdidas por el punchi punchi y acaloradas por la humedad, y terminamos en mi casa.
    
    Nunca había tenido sexo con una casi desconocida, pero me calentaba tanto la ...
    ... curiosidad de saber cómo era el olor de su intimidad, susformas, su carácter a la hora de hacer el amor, sus palabras sucias, sus fantasías, su desnudez completa y toda para mí solita.
    
    Esa mañana solo pude conformarme con mirarle las tetas y su pancita sexy porque estaba tan borracha que apenas se quitó la camisita, y yo le ayudé con el corpiño. Se desmoronó en mi cama, y no tardó en quedarse dormida tras un par de bostezos y un leve: ¡ojo con lo que me hacés e!
    
    Yo no me dormía ni a palos tentada por subirle la falda y devorarme su tesoro femenino, y encendida por la paja que le dediqué a sus tetas angelicales. Además, que fuera una pendeja me subía más a la moto.
    
    Se despertó cerca de las 3 de la tarde, se lavó la cara y compartimos unos mates. Nuestras ojeras y su confusión eran inocultables.
    
    Dijo que tenía que ir a su casa a bañarse, que luego pasaba por lo de una amiga y, que a la noche me llamaba.
    
    Cuando lo hizo me quemé la mano por atender el celu, ya que me estaba haciendo un huevo frito y me salpiqué aceite caliente. Pero no me importó.
    
    Salimos a tomar un café en el que hablamos de todo, y esa noche dormimos en mi casa. Todavía ninguna daba el primer paso. Yo siempre fui re cagona para encarar. Pero antes de acostarnos, justo cuando yo salí del baño ella me atajó contra la puerta cerrada y me encajó un chupón cargado de deseo, el que yo continué fervorosa.
    
    Cuando nuestras lenguas se tocaron, sus manos presionaban mi cola y las mías le mimoseaban la ...
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