1. Depravado sexo en el chalet abandonado


    Fecha: 21/07/2021, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: zorro_en_celo, Fuente: CuentoRelatos

    ... que estábamos solos, comenzó a lamer lúbricamente mi obsceno tanga de chulo de putas con su sabía y libidinosa lengua de golfa depravada, a la vez que yo moría de placer gimiendo, jadeado y dando mil vagidos placer sexual como un macho en celo, me mordía sabiamente el rabo y la seguía mirando con deseo, lujuria y mucha concupiscencia y ponía los ojos en blanco al dejarme llevar de su maestría sexual. La insultaba sexualmente debido a mi cachondez, me di la vuelta y comenzamos a hacer un pornográfico 69 y solo se oían los chupeteos, lamidas y mil lengüetadas sexuales que mutuamente nos dábamos. Hasta que ella me pidió que comenzara por follarla bien el ojete porque hacía tiempo que nadie se lo barrenaba. La lamí el ojete durante largo rato y gemía y jadeaba como una zorra en celo. Yo llenaba de saliva su ojete y gemía cual guarra lasciva y muy salida. Cuando ya la tuve bien ensalivada, la agarré bien de las nalgas y la clavé con dureza mi enhiesta, pero dura verga. Ella, la muy puerca dio un bramido de placer al recibir mi todo mi inmenso pollón.
    
    Me pedía que siguiera y siguiera y me insultaba concupiscente y sexualmente con frenesí, estuve en un continuo metisaca, petándola y entaponándola y dándola rabo y gemíamos los dos. Cambiamos varias veces de postura y el frenesí sexual iba en ...
    ... lujurioso aumento y el intercambio de sucio y procaz lenguaje sexual también. Aquello parecía una película pornográfica mezclada con un chabacano concurso de palabras sexuales. Yo me notaba cada vez más duro el rabo y ya por último Pamela se sentó sobre mi verga para cabalgarme cual libidinosa amazona sexual. Botaba y botaba sobre mi vergón y yo lamia y mordía sus sexys tetazas de hembra madura en celo y me seguía insultando más y más y yo más y más estaba cachondo. Al final después de haberla petado, metido el rabo en boca y coño, ambos pegamos un fenomenal y soberbio alarido presos de la explosión y detonación sexual de nuestros obscenos cuerpos en celo. Yo me quedé destrozado y de mi cuerpo todavía manaba algo de lefa y del muy agitado coño de Pamela, parecía salir humo. Tomamos la poca agua con sales que quedaba en la botella y Pamela me acompañó hasta abajo y apenas quedaba gente en el inicio de la playa, cosa que Pamela aprovechó para acercarse al mar y llenar de agua y echarnos un poco y refrescarnos después de haber pegado este maravilloso, entusiástico y depravado polvo.
    
    Nos separamos ahí y quedamos esa noche que iría a buscarla a su hotel, que, afortunado de mí, no estaba lejos de la zona donde mi tía tenía el apartamento.
    
    Había empezado una relación de las que a mí me gustan. 
«12345»