1. Volví a casa sin bombacha


    Fecha: 07/07/2021, Categorías: Confesiones Autor: PatriciaR., Fuente: CuentoRelatos

    Empezar diciendo que soy una mujer casada y feliz puede resultar el preludio de una historia aburrida. Sin embargo, es así: Estoy felizmente casada con un hombre al que no se si en realidad amo, pero si respeto y necesito.
    
    A mis 43 años, con una hija de 19 y un hijo de 21 he tenido la dicha de haber sentido la pija de mi marido miles de veces y de todas las formas posibles.
    
    A esto debo detenerme para contarles que soy una mujer decididamente sumisa. Siempre acepté que los hombres tienen la fuerza y la herramienta para subyugar a las mujeres, nosotras somos las que nos dejamos abrir y ellos los que nos abren.
    
    En los 22 años de casada y hasta el año pasado, solo una vez le fui infiel a mi marido y de eso ya hace casi 20 años cuando aún trabajaba en una clínica de mucama antes de recibirme de enfermera.
    
    El año pasado, y accidentalmente, volví a engañar a mi marido. Fue allí por la primavera del 2006, cuando una mañana embriagada vaya a saber por qué maleficio diabólico, mi vida cambió en el mostrador de la verdulería del barrio.
    
    Todos los días iba a la misma verdulería, todos los días me atendía el mismo descarado verdulero que me decía esas procacidades con doble sentido que nos hace sonreír a las mujeres.
    
    Pero esa mañana era diferente. Esas procacidades tenían muchísimo sentido para mí... alarmaban a mi concha y la humedecían, ponían firmes los pezones de mis tetas y me obligaban a mirar entre las piernas de ese verdulero. Estaba caliente y eso era ...
    ... irreversible.
    
    —¿Y Usted Doña ya probó mi banana? —Y me mostró un considerable plátano.
    
    —¿ja ja... debe ser media dura no? —Le contesté y no pude contener mirar su bulto notable debajo del pantalón.
    
    Comencé a pedir las verduras que necesitaba: Papas, lechuga, tomates, zanahorias…
    
    —Doña. Las zanahorias se las debo para más tarde, todavía no las sacamos del cajón
    
    —Bueno —le dije— paso luego.
    
    Realicé otras compras y a las 12:30, hora en que cierra la verdulería, pasé cuando ya el verdulero estaba solo y cerrando.
    
    —Vengo por las zanahorias —dije.
    
    —Ahh... Claro —me dijo el verdulero— pero si no te molesta me tendrás que esperar unos minutos que las saque del cajón… pero vení, vamos para atrás, así elegís las mejores.
    
    Así fuimos para el fondo de la verdulería, donde estaba el depósito, él venía detrás mío, casi pegado, sentía su aliento y el calor en mi concha se tornaba inaguantable.
    
    Llegamos a una especie de galponcito donde había muchos cajones y bolsas y un colchón en el piso en un costado con una sábana nada más. Lo miré curiosa.
    
    Él se percató de mi asombro y me dijo:
    
    —Este colchón es para casos en que a las clientas les cuesta mucho decidirse por la mercadería y pueden esperar ahí.
    
    Nos reímos y le pregunté:
    
    —¿y son muchas las que esperan?
    
    —Algunas —me contestó misterioso— Pero... Aquí están las zanahorias —me señaló un cajón— Elige la que te guste.
    
    Cuando me agaché para mirar, lo sentí… era su pija dura que se apoyó contra el surco de mi ...
«123»