1. El inquilino 2, continuacion


    Fecha: 04/07/2021, Categorías: Infidelidad Autor: mirutalo, Fuente: SexoSinTabues

    ... cómo acabar la frase. -Como que es pensar en mí y nada. Me debes una explicación- de nuevo interpreté un papel de ofendida que para nada me iba. -Bueno Sandra no te ofendas, pero desde que te vi en medias y ropa interior no puedo pensar en otra cosa que no sea retener esa imagen en mi memoria. No sé qué es lo que tienes. Te juro que hacía tiempo que no recobraba esta vitalidad- dijo desanudando el lazo del pantalón de su pijama para recolocarse bien su miembro ante mi atenta mirada. -O sea ¿que esa erección es por mi culpa?- me hice la tonta. Miguel puso cara de perro abandonado sin decir ni una palabra. No sé por qué lo hice, pero lo hice. Me senté más cerca de su lado en el mismo sillón, hasta quedar ambos hombro con hombro. Nos miramos por un instante. Lo justo para que Miguel comprobase como me mordía los labios en señal de lujuria. Acaricié su pierna por encima de la fina tela del pantalón del pijama un par de veces, hasta que alcancé la zona donde se juntaban su camiseta y el elástico de su pantalón, luego deslicé lentamente mi mano por debajo de la fina tela del pijama y apartándole su mano con la mía rodeé entre mis dedos su miembro viril. Resultó agradable comprobar el respingo que dio su polla a mi contacto y el calor que desprendía su cuerpo en esa zona. -Tienes las manos frías- trató de excusarse nada más notar mi caricia. -Si quieres no te toco- pronuncié haciendo ademán de soltarlo. -No por favor. Continúa- pronunció en un susurro. De nuevo cerró los ojos ...
    ... recostándose sobre el sillón suplicante porque llegásemos como la otra vez hasta algún final. Mi mano subió y bajo un par de veces temblorosa recorriendo toda la longitud de su miembro. Era impactante para mí acariciar otra polla que no fuera la de mi marido. Fue asirla y entrar en estado de shock. Mis endorfinas se dispararon en cuestión de segundos, y era incapaz de soltar ese miembro que se erguía erecto y duro a mi maniobra. -¿Así va bien?- Quise preguntarle a Miguel con voz traviesa al comprobar las caras de gusto que ponía. -Sí, muy bien. Continúa por favor. No pares- musitó totalmente entregado al ritmo que le imponía mi mano. Un par de subes y bajas más y de nuevo mi inquilino cerró los ojos abandonándose a las sensaciones. Yo movía mi mano arriba y abajo apretujando su miembro entre mis dedos. Me gustaba comprobar los pliegues de su prepucio cuando llegaba a la parte más alta. A decir verdad yo tampoco había tenido jamás entre mis manos un miembro que no fuera el de mi marido. La comparación se hizo por un momento inevitable en mi mente. Me pareció más gruesa y de mayor longitud. De diámetro no sabría precisar, tan solo que me costaba más rodearla entre los dedos. De largo seria fácilmente unos cinco centímetros más larga. Coincidió mi deseo por verla y no menearla tan solo por debajo del pantalón cuando el brazo con que Miguel me rodeaba por la espalda se estiró hasta alcanzar a acariciarme el culo. Nuestra proximidad de los cuerpos era tal, que así se lo permitía. -¿Qué ...
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