1. La rockerita se la aguanta


    Fecha: 15/06/2021, Categorías: Voyerismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Tocaba La Mocosa en la plaza central de Pergamino, y yo no podía faltar. Siempre me coparon las bandas rollingas y las flaquitas que tiene el ambiente.
    
    Me llamo Brian, tengo 18 años, más de una vez traté de armar mi propia banda pero es difícil cuando no hay talento.
    
    Fui a la plaza con mi grupo de amigos, y todo estaba bien. Mucho faso, cerveza tibia, estribillos cantados con el corazón, pogo y toqueteo a cuanta guacha se me acercaba, aunque sin querer por el fragor del show. El rock and roll era todo lo que nos impulsaba a todo. De repente el Piti me dice que una morocha me re comía con la mirada. Le dije que nada que ver, y que no rompa las pelotas con las minas, que acá la fiesta se respeta y no sé qué más.
    
    Yo ya la había visto antes. Solo que jamás creí que me dedicaría una mirada. Mis amigos pronto se perdieron con otras minitas. Yo me fumé un pucho mientras sonaban los últimos temas, y me fijé en esa morocha.
    
    Estaba sola, con su pelo largo lacio, ojos como misiles, medio rapada en su costado derecho, con un arito en la nariz, una camisita preciosa que invitaba a soñar con su buen par de tetas, ya que no traía corpiño, y un jean ajustado. Estaba parada junto a una columna con un pucho en la boca y una botella de birra en la mano. Se movía como si nadie la estuviese mirando, cantaba y saltaba en los solos de viola.
    
    Cuando todo terminó pensé en irme a casa, tomar algo con los pibes y salir al boliche. Pero entre el abarrotamiento de gente, la policía, los ...
    ... cholulos de la banda y las fanáticas, fui en la dirección contraria, y me topé con la morocha.
    
    Me tocó el hombro como para frenar mi paso apurado y me dijo: ¡hola nene, te vi cómo me mirabas. Estabas con tus amigos. Te digo que sos el más bonito de todos pendejo! ¿Querés un trago?!
    
    No supe qué decirle. Solo bebí en cuanto me puso la botella en la boca.
    
    ¡¿Para qué lado vas vos?!, dijo con algo de suspicacia.
    
    ¡No sé, creo que a mi casa!
    
    Pero ella me manoteó de un brazo y salimos del tumulto de la plaza. Dimos con un taxi al toque, y ni me preguntó nada. Solo dijo: ¡vos te venís conmigo bebé!
    
    Juro que no cazaba una. No sé si por el viaje de los churros, la birra, la adrenalina del reci o por la figura de esa mujer impactante. Solo podía obedecerle cual perrito faldero.
    
    Apenas nos sentamos atrás ella le pagó al tachero y el auto rodó por las calles durante largo rato. Ella, después de contarme que era casada, que estaba harta de cambiarle los pañales a su sobrina, la que su hermana le enchufa todos los días para salir a laburar, que le fascina Def Leppard, que los tipos de su edad son unos histéricos y otros detalles que no recuerdo, comenzó a palpar mi bulto, a desprenderse la camisita hasta su ombligo, a reírse suave en mi oído y a lamer mi oreja con deseo diciendo: ¡no sabés las ganas que tengo de chuparte toda esta pija chiquito!, y me la apretaba haciendo que se me pare aún más.
    
    Yo estaba bloqueado. De pronto acercó mi cabeza a sus tetas divinas, y casi ...
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