1. Le presté mi marido a mi hermana.


    Fecha: 15/06/2021, Categorías: Infidelidad Autor: tolucossw, Fuente: SexoSinTabues

    Quería que mi marido entendiese que hacer ciertas cosas, entre cierta gente, no era tan abominable como podría parecer en un primer momento. Debía preparar el terreno para que mi sexuaidad, algo compleja y desprovista de ciertas barreras morales, le fuese mostrada sin hacerle daño. La ocasión la tuvimos cuando fuimos a pasar un fin de semana a casa de mi hermana. Ramón, mi cuñado, esos días estaba pescando en el mar, por eso decidimos acompañar a Tere. Ella tenía por costumbre echarse la siesta en la piscina, mientras que nosotros siempre nos retirábamos al cuarto de invitados. El primer día vi que Juan se levantó a orinar de la siesta y al volver se quedó un instante mirando hacia la piscina. Después de él fui yo y comprobé que mi hermana estaba tomando el sol desnuda, seguramente pensando que o bien no nos enteraríamos de sus costumbres nudistas o, símplemente, de que a nosotros nos tenía que dar igual lo que ella hacía en su propia casa. Que mi marido morcease con mi hermana me molestó vagamente, pues lo iba a usar en mi propio interés. Al día siguiente le regalé a mi hermana un pequeño libro de cuentos eróticos, que recibió envuelto en nuestras risas. Como era de esperar, con el sopor de la tarde, no pudo evitar llevarse el libro a la piscina mientras nosotros subíamos a nuestra habitación. Nos echamos. Cuando apenas habían pasado cinco minutos me dirigí al baño, y a la vuelta, tal y como hizo él el día anterior, me quedé mirando hacia la piscina. — La verdad que Tere ...
    ... tiene un cuerpo bonito —mi marido hizo como si no me oyese, señal de que estaba de acuerdo—. ¡Ven, mira! —no se movía— desde aquí no nos ve, los cristales están tintados. No seas tonto. Juan se acercó. — ¿Te gustan sus pechos? Los tiene más bonitos que los míos. — Los tuyos también son preciosos, y tienes mejor culo, amorcito. La miramos un poco más. Ella estaba ajena, leyendo detrás de sus gafas de sol. Me puse detrás de Juan y le cogí de la cintura. El permaneció en silencio, pero noté cómo su respiración se entrecortaba. Metí la mano por dentro del boxer y palpé una polla un tanto gordota. — ¡Vaya! —exclamé. — Gloria, eres un poco perversa. — Eres tú quien tiene la polla así, querido. Empecé a mover la mano, sintiendo cómo se volvía cada vez más rígida. Juan se sintió incómodo y metió también su mano para quitar la mía, haciendo medio giro. — ¡Nos va a ver! —dijo colorado—. — No nos puede ver… ¿no te da morbo? a mí sí, ¡mucho! —seguía de medio lado y tenía que relajarlo—. Puedes mirarla, no me importa, amor. Si lo prefieres, no te toco, no te preocupes —lo volví a la ventana y retiré mi mano hacia su cintura—. No sabía que se depilara tanto. Mi marido no tardó en cambiar de idea, pues en cuanto se quedó mirando a Tere, buscó mi mano y se la llevó donde estaba antes. Empecé a masturbarlo mientras mantenía una mano bien en su tetilla, bien en sus abdominales. Tere dobló una de las piernas, mostrando unos muslos espectaculares. Le bajé los boxers a Juan, y lo dejé mirando ...
«1234...8»