1. A ras de sexo


    Fecha: 05/06/2021, Categorías: Fetichismo Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos

    ... tanto:
    
    -"Te estás poniendo realmente cachonda, Eva. Esto ya no es simple excitación. No es que me importe, al contrario. Eres muy hermosa y me halaga que, a mi edad, aún pueda poner así a una veinteañera tan guapa como tú".
    
    Dios, esto me ratificó que, efectivamente, ya tenía el escudete mojado. Yo no podía verlo, lógicamente, las leyes de la Física me lo impedían, pero lo deduje tras ese comentario tan "halagador". Yo estaba ya desbocada sexualmente, pero reprimida por la vergüenza de la situación. El propio doctor se encargó de romper el hielo:
    
    -"Acabo ya con este pie, también, porque veo que estás mojando tus braguitas con tanta agitación".
    
    Sin palabras. Se levantó de nuevo y clavó el taburete de diseño justo entre mis dos pies. Con una de sus manos separó un poco mis piernas, que ya descansaban en el raso, y desplazando mis rodillas un poco, una a cada lado, se sentó otra vez. Sin siquiera mirarme a los ojos levantó lo poco de falda que aún quedaba sobre mis muslos y se abrió paso visual hacia mi entrepierna.
    
    -"Llevas un buen rato lubricando y, si me lo permites, voy a acariciar tu zona íntima para conseguir que llegues al orgasmo por una buena razón, no con una terapia podológica".
    
    -"Sí que me he excitado mucho. No era mi intención mostrar esta lujuria, pero tampoco era consciente de lo que me esperaba con este tratamiento cuando decidí venir". Es lo único que se me ocurrió en ese momento.
    
    -"No te preocupes por eso ahora", me dijo.
    
    ¡El tio no se ...
    ... cortó ni un pelo! Ahí donde lo veis, tan callado y circunspecto, resultó ser un moja bragas profesional… Agachó un poco la cabeza para poder ver mi tela empapada entre mis carnes. Estiró uno de los brazos hasta que la mano alcanzó su objetivo. Sabía muy bien lo que hacía, claro. Con toda seguridad era un hombre curtido, no solo en la idiosincrasia de la vida, sino en lo más divino de la misma.
    
    Cuando posó su dedo pulgar sobre la tela, en la zona más sensible de mi ser, no pude evitar dar un saltito en la silla mientras se me escapaba un "ufff". El doctor no pareció escucharme, no se inmutaba, era como si no estuviera ahí, como si me masturbara yo sola con el dedo de un fantasma. Lo movió primero lentamente, siempre sobre la tela, y luego aceleró el ritmo mientras yo movía mi trasero apoltronado de un lado a otro. Mis "uffs" pasaron a ser gemidos más explícitos. Y entonces el doctor clavó su mirada en la mía:
    
    -"¿Te gustan los juguetes, Eva?"
    
    No sé si se refería a los Madelman, lo cual no tendría ningún sentido en el contexto actual, o se refería a los sofisticados artilugios sexuales para conseguir orgasmos cuasi forzados.
    
    -"¿Juguetes?", respondí entre dos gemidos. "Tengo uno en casa, sí".
    
    -"Estupendo, porque voy a usar uno contigo. Me gustaría que no olvidaras nunca esta visita al Podólogo", espetó con una sonrisa cerrada.
    
    Me dio un poco de miedo. No entendí qué quería decir exactamente con "juguetes". Pero, la verdad, estaba ya tan sumamente cachondaza, que ...
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