1. Me descubrieron vestida en la oficina – Parte II


    Fecha: 30/05/2021, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: ClaudiaZorra, Fuente: CuentoRelatos

    Había pasado casi un mes desde aquella tarde en que Carlos me descubriera, en lencería, en el baño de la oficina y me convirtiera en su puta privada. Por mi parte tenía una suerte de sentimientos encontrados: por un lado me jodía ser chantajeada de esa manera, pero por otra, la idea de servir a una gran verga negra hacía que el trabajo fuese nada monótono.
    
    Un viernes por la tarde teníamos un evento social de fin de semana, ya saben, al final de una semana de trabajo, compartir unas copas antes de ir a casa. Carlos me había tenido en su mirada por un buen rato; al cabo de un momento, recibí un mensaje en el celular: “En 20 minutos, donde siempre.” Era mi hora de servir. Ese día me había puesto lencería completamente negra bajo la ropa; como esto se había vuelto algo regular, en mi mochila traía algo de maquillaje básico e incluso una peluca corta. En mi archivero, bien al fondo, guardaba siempre unos zapatos con tacones altos para este tipo de reuniones privadas. Si me iban a coger como puta, tenía que lucir como una. Bajé rápidamente, me cambié, me puse un poco de maquillaje, incluyendo un rojo encendido en mis labios, arreglé mi pelo y listo: me miré al espejo y lucía bastante bien para una perra de baño. Solo me quedaba esperar a Carlos. Esa tarde había tomado un poquito más de lo deseado y sentía la cabeza algo ligera. Esto me ayudaría para lo que me esperaba.
    
    Carlos tocó la puerta con la contraseña que habíamos acordado; “ya era hora” – pensé. Pero al abrirla, ...
    ... ¡sorpresa!: él no estaba solo; el muy mal parido traía compañía: dos tipos que no conocía y un tercero que sí conocía bastante bien: ¡mi supervisor!
    
    Yo estaba en shock y pánico.
    
    -“¡Qué carajo has hecho pendejo!” “¿Se lo has contado a más personas?” “¿Y el puto trato que teníamos?”
    
    Estaba furiosa y a punto de agarrar mis cosas e irme de allí, pero luego me miré al espejo – “mierda, no puedo salir así, estoy con todo el maquillaje encima”
    
    ¿Qué hacer?
    
    Carlos trató de calmarme,
    
    “Hey, sorry, pero no pude aguantar guardármelo; se me salió entre tragos. Además estos dos son mis compinches de aventuras” dijo señalando a los dos tipos que seguían parados y al mismo tiempo medio hipnotizados por lo que veían (mi cuerpo).
    
    Y encima mi supervisor. Sergio era un tipo casado, en sus 40s, medio callado. Siempre sospeché que era algo bicurioso; alguna vez lo pesqué viendo porno gay en su laptop.
    
    “Hola. No sabía que tenías estos pasatiempos. Debo admitir que luces bellísima. Me encanta tu lencería” Me dijo con una sonrisa lasciva. Yo llevaba corset, liguero y una braguita de spandex. ¡En realidad me veía bien rica!
    
    ¿Qué hacer entonces?
    
    “¿Qué quieren hacer?” Se me ocurrió preguntar, muy ingenuamente por supuesto.
    
    “¿Puedes manejar cuatro vergas con tu boca?” Me preguntó Julio, uno de los amigos de Carlos, también sonriendo lujuriosamente.
    
    ¿Cuatro vergas? No lo había hecho hasta entonces; lo más que había mamado eran dos, en el baño de una discoteca. Cuatro sería un ...
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