1. Mi primo Eduardo


    Fecha: 20/05/2021, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi primo Eduardo era muy sexy. Tenía el mejor cuerpo del mundo y su cara era típica de modelo de revista. En esa época yo debía tener unos 18 años, y él me atraía mucho. Recuerdo muy bien un verano en el que fuimos con toda la familia a la playa. Ese día yo llevaba puesta una ombliguera y unos shorts. Mi ombliguera era bastante escotada, y pillé a mi primo mirándome el escote más de una vez. Esa noche todos llegaron cansados después del largo viaje y se fueron a dormir. Sólo quedamos Eduardo y yo en el balcón, mirando al mar. Hablamos hasta las dos de la madrugada, ambos estábamos un poco tomados y la conversación empezaba a ponerse caliente. De repente, él paró de hablar, se acercó a mí, me miró a los ojos, me agarró por la cintura y me dio un largo y jugoso beso. Sin decir nada más se fue a dormir.
    
    Al día siguiente, él como si nada, me saludó muy cariñoso como siempre y me propuso ir caminando a la playa con él. Yo ni corta ni perezosa acepté. Unos minutos después caminábamos cogidos de la mano por un sendero hacia la playa. Él no se atrevía a decir nada, yo tampoco. Llegando a la playa, él paró en seco. Levanté mi cabeza en signo de interrogación y en ese momento me volvió a besar aún más apasionadamente que la noche anterior. Nadie nos veía, así que él me cogió el culo y me acercó a él. Los besos y caricias iban aumentado cada vez más, y empecé a sentir la presión de su pene. Estaba muy excitada y no quería parar, pero sabía que en cualquier momento alguien nos podía ...
    ... ver. Así que paré y seguí caminando hacia la playa.
    
    Lo perdí de vista por unos minutos, tal vez una media hora. Ya estaba más calmada, me puse boca abajo acostada en la playa para tomar el sol. Me solté la parte de arriba de mi bikini. Después llegó mi primo, y al verme así me propuso echarme la crema antisolar. Sus manos recorrían toda mi espalda suavemente, estábamos los dos solos en la playa así que empezó a pasarme las manos debajo de mis calzones cogiéndome las nalgas. De repente sentí su dedo en mi sexo acariciándome lenta y suavemente. Yo estaba muy excitada y muy mojada, él empezó a acariciar mi clítoris con suaves movimientos circulares. Abrí mis piernas y me puse en cuatro patas, él empezó a penetrarme con sus dedos. Yo me movía al compás de sus penetraciones cada vez más fuertes y rápidas.
    
    Rápidamente tuve un orgasmo, sentía la electricidad que recorría mi cuerpo, unos segundos después me hallaba tirada en la arena sin más energías. Él se recostó a mi lado, y me acariciaba la cara, diciéndome que bella era y que hace rato que él quería hacerme eso.
    
    Sentí que ya era el momento de darle a él el mismo placer que él me estaba dando a mí. Por lo tanto le dije que se recostara sobre la arena porque era mi turno de divertirme con él. Así lo hizo y empecé a jugar con su pene, cuando lo tuve en plena erección lo metí en mi boca y empecé a chupárselo vigorosamente. Sentía cómo su respiración aumentaba y de vez en cuando uno que otro gemido se escapaba de su garganta. ...
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