1. Desvirgué al malandrito heterosexual


    Fecha: 07/05/2021, Categorías: Gays Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues

    Estudiábamos juntos en el centro de Valencia. Él era malandroso desde que lo conocí. Dijo que se llamaba E****. Y es estatura normal. Blanco bronceado por el calor de aquí. Bonitos dientes, porque tengo que resaltar que sus dientes y sus ojos achinados fue lo único que llamó mi atención. Del resto nada. Tenía el cabello algo largo, rulitos de afro, y una chiva en la quijada. Carita de malandrito. Porte de malandrito. Pantalones anchos, franelilla blanca siempre. Siempre, siempre. Su cuerpo al principio no me causó bulla porque con la ropa holgada no lo notaba bien, pero tiene un cuerpo conservado, natural, ejercicio de su día a día, nada de gym, pero marcado. Y tiene 25. Yo soy bajo, blanco, cabello netamente liso negro, y tengo 18. Fin. * A mí siempre me han llamado la atención los malandritos. Es decir, cero noviecitos pero sí me gustan para sexo. Díganme si a ustedes les sucede lo mismo que a mí, que ningún gay me genera tanto morbo como un machito hetero. Es que con un machito hetero el morbo es mayor, es algo más carnal, más lujurioso. Bueno. Yo aparento tener más edad de la que tengo, puesto que tengo buen cuerpito. De hecho, la mayoría de mis amigos son mayores que yo. Todos saben que soy gay pero ninguno se mete en mi vida. Siempre me echan vaina sobre el tema pero hasta ahí porque de verdad no aparento ser gay. • Echar vaina: bromear. Voy a llamar al malandrito Luis. Estudiando juntos, siempre echábamos vaina con cualquier cosa, éramos 5 en total, nuestro grupito. ...
    ... Y siempre nos íbamos a casa de cualquiera de ellos a estudiar y eso. Luis era uno de los más echones de todos. Siempre hablaba de a quién se había cogido y esas cosas. Los demás se reían siempre de sus chistes, aunque fuesen crueles, e incluso, de vez en cuando decía algo dirigido a mí. — Ahh, cierto que tenemos a una mujer en el grupo. — Jajaja, deja tu mariquera Luis. — Pero si es la verdad, menor. — Te voy a entrar a coñazos jajaja — dije yo. — Dale pues, dale. Comenzábamos a forcejar como siempre lo hacen los chamos en la universidad, como si peleáramos pero no. Otros días, Luis siempre me echaba vaina preguntándome que si con ellos no se me paraba el guebo. — Tú sí eres marico, chamo. —le dije yo. — Ah, pues, qué sé yo, uno nunca sabe. Háblale —decía él haciéndole señas a otro de nuestro grupo. Y yo sí tenía morbo por Luis, y bueno, por los otros tres también jajaja. Ya saben ustedes cómo es uno. Muchas pajas me las hice pensando en Luis o pensando en los cuatro cogiéndome. Pero todo había llegado hasta ahí. — Vamos a ver si se le para —le decía Luis a Raúl. Y mientras hablaba se me sentaba en las piernas y se movía como si estuviera siendo penetrado. Todos estallaban en risas. — Ah vaina. Deja tu maricura, Luis. Otra vaina más. Cosas así sucedían siempre. Yo ya estaba acostumbrado y me dejaba hacer. Total, ellos lo tomaban siempre a broma, y en el fondo yo también lo disfrutaba. Yo sabía que lo hacían por joder y no por malintencionados. Pero todo fue a mayor cuando ...
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