1. La cena de negocios (I)


    Fecha: 04/05/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... manual de mi cuerpo, magreando mis esplendidas tetas a través de la rejilla, pellizcando y penetrando mi culo con manos y dedos y finalmente palpando bruscamente mi sexo húmedo. Incluso alguno me besó en los labios y me mordió los pezones.
    
    - Terminada la presentación de la rea,dijo Roberto, vamos a anunciar el castigo. La perra se arrodillará en los cojines del centro del salón, se le vendarán los ojos para que no vea quien la folla ni la usa, se le ataran las manos a la espalda y la acuerda se atará en el techo elevandola lo suficiente para que deba inclinar la cabeza y levantar el culo.Luego se le levantará la indumenaria por detras dejando desnudos los globos de sus nalgas y se la marcará con 30 golpes de fusta , uno por cada día de este mes.
    
    Así comenzó a hacerse, antes de vendarme los ojos con un pañuelo negro, Roberto me dió a besar la fusta, luego se puso detrás mía y empezó a masturbarme delante de todos. A pesar del miedo al dolor mi excitación era máxima y me retorcía de placer allí en medio, mi marido me miraba con una sonrisa cínica. Finalmente me vendó y me ordenó que fuera contando en voz alta los golpes y añadiera a cada uno "gracias por domar a esta puta" . Al primer golpe mi culo se retorció exhibiendose aún más, cada azote me marcaba y escocía terriblemente hasta llevarme a las lágrimas. Roberto golpeaba con una fuerza suficiente y mecanica.
    
    Terminado los 30 golpes continuó anunciando. La perra será lubricada con vaselina en su orificio trasero, uno de los invitados se colocará delante de ella ofreciendole su miembro para que muestre su grado máximo de complacencia y sumisión , otro se colocará detrás y la enculará sin miramientos y a su gusto. Como fue dicho se cumplió, mi culo dolorido sintió el taladro implacable de una polla gorda y dura. Mientras mi boca y mi lengua recorrían con fruicción desde los huevos a la punta de otro miembro que se me ofrecía. Yo con los ojos vendados no podía ver nada, solo sentir.
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