1. Un extraño combate de gladiadores


    Fecha: 29/06/2017, Categorías: Incesto Autor: rubyg, Fuente: CuentoRelatos

    Cayó la noche sobre Roma. En medio de la oscuridad un carro se detuvo frente a la casa del lanista. De él salieron dos hombres grandes y musculosos, vistiendo corazas y llevando espadas colgadas del cinturón; y una mujer menuda, delicada, con la cabeza cubierta por un velo de ricas telas. La dama golpeó la puerta y el lanista salió a recibirles.
    
    -Mi señora, buenas noches. Pasad por favor. ¿En qué puedo serviros?
    
    -Deseo alquilar a dos de tus gladiadores más veteranos.
    
    -Por supuesto señora mía. Aquí dentro tengo a los luchadores más fuertes y apuestos del imperio, como si duda sabréis. Acompañadme y elegid a los que más os plazcan.
    
    El lanista condujo a la dama hacia las celdas donde dormían los gladiadores. Ella los miraba uno a uno desde la puerta. De vez en cuando alguno le parecía lo bastante apuesto para entrar a examinarlo de cerca. Comprobaba la dureza de sus bíceps y sus glúteos, acariciaba sus pectorales y se aseguraba de que el aparato de su entrepierna fuera de un tamaño adecuado. Por fin escogió a un tracio y a un galo.
    
    -Mi señora, ¿deseáis tener a los dos a la vez?
    
    -Por supuesto, ¿de qué otro modo si no iban a combatir?
    
    -¿Combatir?
    
    El lanista estaba confuso. Era habitual que las hijas de los patricios acudieran a él para acostarse con los gladiadores, pero las mujeres nunca organizaban combates. Eso era cosa de hombres.
    
    -Me los llevaré a mi casa y te los devolveré mañana por la mañana. No será un combate a muerte, así que no debes ...
    ... cobrarme el precio de venta ni tampoco el alquiler de las armas, pues no las usarán.
    
    -Como desee mi señora.
    
    Los dos esclavos subieron al carro custodiados por uno de los guardaespaldas de la dama. Ella se sentó delante junto a su otro guardia, que era quien manejaba las riendas. El carro se dirigió a la colina del Palatino, y entró en una de las haciendas más lujosas de la ciudad, cerca del palacio del mismísimo emperador.
    
    Tras bajarse del carro, la dama dirigió al grupo al interior del palacete. Atravesaron lujosas estancias hasta llegar a una escalera que les condujo al sótano. El sótano abovedado era amplio. Las paredes estaban repletas de ánforas y cajas. En el centro había una pequeña arena circular con algunos asientos alrededor. Allí sentadas charlaban animadamente tres doncellas vestidas únicamente con sus joyas. Se levantaron para recibir a la dama y a sus acompañantes.
    
    -¡Magníficos ejemplares!- Exclamó la doncella joven.
    
    -Sí, ya te dije que nuestra prima es muy exigente en estos asuntos- Contestó la doncella gorda.
    
    -¿Vosotras creéis que harán… el jueguecito? Preguntó la doncella hermosa.
    
    -Por supuesto que lo harán.- Respondió la dama mirando primero a los esclavos y después a sus guardias.
    
    Los guardias ocuparon sus posiciones: uno en la escalera para impedir fugas y otro junto a las muchachas para protegerlas. La dama dejó caer sus vestidos dejando ver varios collares y brazaletes y pendientes de oro y plata y piedras preciosas. Sin más ropa que sus ...
«1234...»