1. Curiosidad y placer


    Fecha: 06/04/2021, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    La curiosidad a veces nos enfrenta a situaciones no premeditadas y que de alguna manera descubren nuestro propio ser interior.
    
    Años atrás se me presentó la oportunidad de concurrir a una fiesta donde la etiqueta era condición excluyente.
    
    Mis menguados ingresos en el trabajo que por entonces tenía hacían impensado acceder a comprar un smoking para esa ocasión tan especial y que seguramente no se volvería a repetir.
    
    Una compañera de trabajo me sugirió entonces que averiguase la posibilidad de alquilar dicho atuendo. Me pareció interesante la sugerencia y guía telefónica en mano comencé a recorrer las páginas amarillas donde esos servicios eran ofrecidos.
    
    Varias fueron las consultas realizadas, cuyas respuestas iba anotando en una hoja para posteriormente según las direcciones y los precios, hacer una pasada por los más cercanos a mis posibilidades.
    
    A una de mis llamadas respondió una voz de hombre maduro pero con un tono claramente amanerado, que con mucha cordialidad respondió a mis interrogantes y luego de preguntarme que tipo de fiesta era, que clase de compromisos tenía en ella, mi edad (por entonces veinticuatro) y mi talla aproximada, me invitó a pasar por su sastrería asegurándome que conseguiría lo que estaba necesitando, a buen precio y seguramente disfrutándolo.
    
    Esto último me sonó extraño, dicho por otra parte en un tono que me sonó socarrón y casi insinuante.
    
    Los precios estaban dentro de un mismo entorno y aquella voz acariciadora al final de ...
    ... la conversación despertó en mi curiosidad.
    
    La visita quedó resuelta.
    
    Al día siguiente no sin cierto desasosiego concurrí a la sastrería después de las cinco de la tarde tal como me había informado mi interlocutor, ya que sería la única hora disponible.
    
    Al ingresar, pude observar un gran movimiento de empleados atendiendo a varias personas de diferentes edades, tanto hombres como mujeres.
    
    Una dependiente se me acercó y le di cuenta de mi consulta telefónica. Luego de un "aguarde un instante joven", la vi dirigirse a un señor de unos sesenta años, bajito, de movimientos aparatosos, de paso rápido y corto, visiblemente muy activo en la atención de muchos clientes casi a la vez.
    
    No tuvo dudas que era el mismo que habló conmigo telefónicamente y que, o era el dueño o el jefe, dado, como se acercaban a él los demás empleados a los que visiblemente mandaba.
    
    Sin voltear hacia mí, apenas una mirada casi casual hacia donde yo estaba, sin demostrar el más mínimo interés, algo le respondió a la chica que volvió. "El señor Roberto, dice que deberá armarse de paciencia y esperar ya que hay muchos clientes".
    
    La verdad que no tenía mucho que hacer a esa altura, por otra parte el cartel del horario indicaba que la atención al público finalizaba a las 18 horas, para lo que faltaban apenas veinte minutos, por lo que imaginé que a esa hora como mínimo estaría ya atendido.
    
    Me recliné en el sillón donde me había sentado y comencé a observar el gran movimiento del comercio. ...
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