1. Ana la peluquera


    Fecha: 29/03/2021, Categorías: Anal Autor: aleperez, Fuente: CuentoRelatos

    Ana es una mujer, de 42 años, cabello amarillo claro, algo rellenita, de 1,60 a 1,65 m de estatura, culo grande provocativo, piernas algo rellenas apetecibles, piel blanca, nariz perfilada, ojitos marrones café, labios delgados, senos pequeños, abdomen algo plano, tuvo 2 hijos que ya están grandes su hija 23 años y su hijo 21 años, casada, pero en su mirada se le nota que a pesar de todo no es feliz completamente, a pesar de ser Testigo de Jehová y aparentar ser feliz su mirada denotaba lo contrario.
    
    Conocí a Ana hace 3 años, aproximadamente, ella le secaba el cabello a la mamá de mis hijos, cuando ella iba a la casa a pesar de vestir muy conservadora cuando llevaba monos se le notaba una buena cuca (panocha, chucha, etc.) que me volvía loco.
    
    Cuando me divorcié de la mamá de mis hijos quedo con ella para que me afeite, ella a pesar de trabajar con clientes femeninas accede a prestarme sus servicios profesionales. Coordinábamos según mis turnos y sus planes según su religión y otras clientes, hablábamos de todo un poco, hasta de su esposo Miguel, quién según ella era de carácter fuerte, lo que si noté es que siempre que venía a afeitarme venía vestida con pantalón o mono que aunque le quedaba desahogado se le marcaba sus cachetes del Gran Cucón, cosa que se me hacía cuesta arriba o difícil no mirar tremendo "atributo femenino" o pantalón de tela suave de igual características, que le quedara flojo, ocasión que aprovechaba para dejar escapar algún piropo tierno o ...
    ... inocente.
    
    Después de cortarme el cabello buscaba cualquier pretexto para tomar café o un juguito con torta o galletas y platicar de cualquier cosa. Cuando ya me había afeitado como 4 veces siempre noté como la segunda vez que buscaba recostarme su cuca a mi hombro, muy suavemente, esto hacía que mi miembro cobrase vida, por debajo de la manta me acomodaba mi pene para evitar momentos incómodos y seguir disfrutando de sus roces inocentes o muy conscientes.
    
    Cierto día llegó muy puntual a la hora acordada, pero como había limpiado no me había bañado la hice entrar y le serví refresco y torta para que me esperara mientras me aseaba rápidamente. Estaba escuchando música, cuando salí sonaba una canción romántica y terminándome de secar la espalda para colocarme la franela veo que tenía los ojos húmedos como queriendo contener las lágrimas, la mirada perdida hacia la ventana, me quedé unos segundos absorto viéndola, cuando el sonido de mi teléfono celular indicando que llegaba un mensaje nos sacó de nuestros pensamientos, a mí en lo particular por contemplarla.
    
    No sabía que decir, así que rápidamente busqué la silla para sentarme, ella procedió a darme el vaso donde tomó refresco y el plato agradeciendo el postre y expresando que estaba delicioso, le expresé muy cortésmente que estaba a la orden para lo que fuera, no recuerdo bien ya que hablaba mucho que me preguntó por las canciones que tenía colocadas en el pendrive, que como hacía para grabarlas, le pregunté sí le gustaba y me ...
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