1. Anoche soñé contigo - Sexta parte


    Fecha: 25/02/2021, Categorías: Primera Vez Tabú Voyerismo Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    Sexta parte:Aquellas eran las puertas al mismísimo paraíso, bien lo sabíaToto: Esas nalgas globulares; esos muslos carnosos; esos húmedos labios vaginales, y esa caverna femenina. Raja cuya secreción; que le hubiesen inyectado hacía tan sólo unos minutos; aún le escurría por en medio: la esperma de otro hombre. Todo ese panorama prometía el más satisfactorio placer de la vida, el que el chico ansiaba experimentar desde hacía tanto.Sin más dudarlo, Toto se sacó el pene. Éste ya estaba totalmente erecto, y preventivamente lubricado por una gota de líquido pre seminal en la punta, sabedor de lo que le esperaba. Tal falo anhelaba sentirse envuelto en esa prometida suavidad y calidez de mujer.Al acercarse a la hembra, el chico alcanzó a oler el rastro que el otro hombre había dejado ahí mismo, y una corriente de sensaciones le atacó. Sí, en parte aquello era repulsivo, como el sabor del primer sorbo que se da a una cerveza en la vida, o la primera calada a un cigarrillo, pero a la vez le era incitador. Tenía algo de excitante meter el falo donde otro hombre acababa de estar, quién, sin saberlo, se lo había dejado calientito y jugoso al núbil chamaco.Y así, húmeda; apretada; cálida y suave, fue la bienvenida que Toto recibió al mundo de los hombres. La cabezona punta de su hombría penetró y resbaló, por primera vez en su vida, en aquel estrecho túnel, y, desde ese momento, Toto dejó de ser un chiquillo.A diferencia de su amigo, quien aún lloriqueaba como un crío desde afuera ...
    ... diciendo: “¡Toto, Toto... no chingues!”, gritabaQuique, m o l e s t o por haber visto a su padre siéndole infiel a su madre. Los sonidos guturales que evidenciaban sus aún presentes arcadas, hacían evidente que el chico se había quedado asqueado al haber visto a su papá metiéndosela aChabela, y no quería saber más del asunto. Para él, aquello era una pesadilla de la que quería despertar. Quería irse de ahí pero no deseaba irse solo.Toto, sin embargo, no dejaba de penetrar a Chabela, pese a escuchar a Quique. Sí le afectaba escucharlo sufrir, pero bien sabía que el ser testigo de una infidelidad entre tus padres sólo se debe superar madurando, dejando de ser un niño. Y sí, como a un niño, lo dejó chillando allá afuera mientras él hacia lo que debía hacer un hombre.Así se dejó llevar por la eroticidad del momento y, con suavidad; dándole valor a la experiencia, es decir, despacio; entraba y salía de Chabela. Chabela, aquella mujer a quien le dedicara tantas chaquetas, ahora se convertía en la receptora de su erecta carne.La suavidad de aquellas nalgas le parecía de ensueño al inexperto muchacho, quien las tocaba con ambas manos siéndoles inabarcables. Eran tersas, delicadas, morenas. Y para la complexión de Toto, en comparación, le eran enormes. Fue notorio desde el principio que la chamaca, a pesar de que no le llevara muchos años, estaba más desarrollada en físico, en especial en amplitud de caderas.—Están enormes.—¿Qué? —preguntó la chamaca.Dándose cuenta que había reflexionado en ...
«123»