1. Un romance extraño


    Fecha: 23/02/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    CAPÍTULO Iº
    
    Allá por los años de Mari Castaña, más menos entre mediados-finales de los pasados años sesenta, vivía Celestino, un mocetón manchego, pero de lo más manchego además, ni más n menos que natural del mismísimo Tomelloso, por entonces el pueblo de los buenos melones, y las mucho mejores, aún, mulas, pues, doy fe de ello, los tíos cuidaban bastante más a sus mulas que a sus hijos, por la sencilla razón de que “hacerlos era, amén de “gratis”, sumamente placentero, y luego, a partir de sus seis, siete añitos, como mucho, resultaban la mar de rentables, pues los mandaban a trabajar donde fuera y de lo que fuera, siendo el hijo, la hija, un jornal diario que entraba en casa, en tanto que, perder una mula, era una verdadera tragedia para la familia, pues reponerla costaba un ojo de la cara…de lo que, muchas veces, la casa no disponía, y sin mula que tirara del arado, ¿qué puñetas hacían?... Vamos, era caer en el hambre viva la familia entera.
    
    Pero dejémonos de estas gollerías y volvamos a lo que decíamos antes, al bueno de Celestino. Éste era, sin duda alguna, uno de tantos labriegos que poblaban aquél terruño, no demasiado sobrado de caletre, aunque sin ser tampoco un bruto total, que sabía leer y escribir casi correctamente más lo suficiente de cuentas para no ser engañado por tanto “listo” como pulula por este puñetero mundo que habitamos, con el “agravante”, además, de que el mozo muy “descalcico” tampoco estaba, que sus buenos duros tenía en la cartilla ...
    ... postal de ahorros del lugar, amén de sus trocicos de tierra, como por aquellos lares suele decirse, que los “ico”, ”ica”, al final de cualquier palabra abundan más, en el cotidiano hablar manchego, que las margaritas en verano. Vamos, que aunque de millonario, ni por los forros, tampoco le faltaban sus buenas fanegas de trigo y arrobas de uva y aceitunas, olivicas que suelen decir por tales predios, que anualmente le daban sus tierrecicas
    
    Pero es que, por esos idus de los años de Mari Castaña que nos ocupan, el Celestino andaba más “mosca” que pavo en Navidad (1), pues acababa de recibir carta de su buen amigo Paco, otro natural del mismo Tomelloso que él, diciéndole no sé qué de una novia que se había echado en Madrid, aunque él estaba en un lugar de nombre rarísimo de ese país de “herexes” que era la “Engalaterra”, “u, sédase”, Inglaterra, en manchegazo del bueno, pero es que la cosa no se quedaba ahí, que de particular, bien poco tiene, sino que rizaba el rizo, al hablar de un “casorio” que, para él, que le aspen si lo entiende, pues era del amigo Paco, desde la “Engalaterra” esa, y la novia que se había echado, sólo que ella en Madrid, y a él, al buenazo del Celestino, su amigo le decía que le representara en la boda esa, que ni Dios Bendito entendería. Así, que acudió a quién mejor podría entender tal galimatías (RAE:“Galimatías”: Confusión, desorden, lío), el señor maestro del pueblo.
    
    Mas, hete aquí, que lo que él entendía por “galimatías” que ni Dios llegaría a ...
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