1. De niña a mujer: El nacimiento de incesto familiar.


    Fecha: 18/02/2021, Categorías: Intercambios Autor: LadyClarisa, Fuente: SexoSinTabues

    ... libidinosa mirada del demonio, lancé mis labios sobre los pezones de Nancy. Esas puntas de color marrón que estaban levantadas producto de la excitación que nos envolvía. Ella y Nancy se rieron. —Observa bien, hija. Así se controla a un hombre. Entonces, Nancy se puso a horcajadas sobre mí. Frotó su cintura contra mi miembro mientras aplastaba mi cara con sus pechos. Mordí sus carnes, olvidándome que había una cría de diez años frente a nosotros. Correspondí a sus besos, despegándola de mi boca cuando ella comenzó por lamer mis mejillas. Llegó hasta mis oídos y susurró. —Cojamos frente a la nena. —¿Estás segura? —pregunté, cuando debí decir que estaba completamente loca. —Lo he estado planeando por días. Los besos de Nancy siguieron bajando por mi cuello hasta mis pectorales. Eso me liberó para ver la cara de Lilian. La niña estaba completamente sonrojada, con sus dos largas coletas resbalando por sus hombros. No sonreía ni parecía incómoda. Por el contrario, estaba absorta en el movimiento de las caderas de su mamá y en sus senos de pezones duros frotándose contra mi piel a medida que bajaba por mi estómago. Entonces, besó mi polla por encima de la ropa. La pequeña niña se removió, incómoda y acalorada. Se abanicó con una mano. Madre e hija intercambiaron una mirada. Jamás, y les digo, jamás, había visto tanta oscura perversión en los ojos de mi novia. Alguna clase de anatema poseyéndola hizo que me bajara los slips y liberara mi pene de su cruel condena elástica. La ...
    ... carne, dolorida por la presión sanguínea, se levantó con una velocidad inverosímil y palpitó, amenazando con una eyaculación precoz. Sin que la lengua de Nancy la frotara, estaba al borde del orgasmo. Sentí las caricias inmateriales de los ojos de la nena por todo mi miembro. La inocencia de sus pupilas, destrozada al admirar un pene por primera vez. Puede que estuviera asustada. Alarmada. No hizo nada cuando Nancy le tomó la mano para acercarla a mi polla. Sólo cuando sus dedos delgados rozaron la intrincada red de venas que la cubrían, Lilian pareció despertar de un sueño y retrajo la mano. Miró con inseguridad a su madre. Esta le sonrió, cambiando aquella expresión funesta por una ternísima cara maternal. Lilian soltó una nerviosa carcajada. Ignoró mi presencia. Era una simple realidad entre madre e hija. Comenzó a masturbarme con una sola mano, intercambiando una sonrisa con hoyuelos entre mí y mi polla. Al tiempo, Nancy se quitaba el resto de su ropa hasta quedar desnuda y vulnerable al demonio de la perversión que nos estaba comiendo a los tres. —¿Quieres desnudarte? —No —dijo Lilian, algo alarmada. —Anda. No es justo. Deja que sea Carlos quien lo haga. —Pero… no… no sé —avergonzada, se detuvo. Entre nosotros surgió un diálogo efímero. Poseído, pues, por la gracia de la lujuria, tomé la batita de seda de la niña y se la quité con lentitud. Miré sus pechos, apenas levantándose, con unas delicadas puntas claras sobresaliendo. No disfruté más, porque Nancy la tiró de espaldas. ...
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