1. Manuelita. Una madura inolvidable


    Fecha: 09/02/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    Los recuerdos gratos no enmohecen, con el tiempo se añejan y como los buenos vinos se van mejorando, destacan lo bueno y disimulan lo menos bueno, tal es el caso de este recuerdo que voy a sacar a la luz para degustar el buen sabor de los tiempos felices.
    
    Estrenaba mi mayoría de edad, esos maravillosos 18 años, con todos los sueños y todos los proyectos, década del ´80, las ganas de sexo al tope de la escala de mis deseos, caminando por la vida con toda la testosterona buscando canalizar las urgencias juveniles.
    
    Mi familia tenía un taller de marroquinería, mucho trabajo y poco personal, por ser tiempo de vacaciones, por lo cual me piden dar una mano en tareas de oficina. Comenzar a caminar el taller era la obligación generacional, continuidad de la tradición familiar.
    
    Desde la oficina se podía tener una panorámica de la sala de trabajo, bastantes mujeres, algunas de buen ver, entre ellas destacaba una que me llenaba el ojo, que más de una vez pensándola me hizo andar a los manotazos por la noche, recaliente con ella.
    
    Esas vacaciones pintaban para que pasara mucho tiempo en el taller, aprendía con los trabajadores más antiguos cómo se manejaba el taller y en el descanso aprendía el arte “del levante” femenino. Ellos me hacían lugar como uno de ellos, unos años antes habían llevado a debutar, conocerle “la cara a dios” con una puta del barrio.
    
    Una tarde cuando se retiraba el personal, pasó Raquelita, comentaron entre ellos ¡ahí va Manuelita!, haciendo ...
    ... referencia a la tortuga Manuelita, un clásico de las canciones infantiles, esta mujer precisamente era la que me llenaba los ojos deseando ese fabuloso trasero, sobre todo en el meneo cadencioso de esas carnes tan deseables.
    
    Por curiosidad le pregunté al capataz el porqué del apelativo, me comentó que entre ellos le decían Manuelita porque tenía “buena mano”, una diosa para la paja, y lo de “tortuga” por ser la bombacha veloz del taller.
    
    —A esta mina (mujer) le gustan todas, cuanto más grande mejor.
    
    —¿Te gusta? - sin mofarse.
    
    —Y.…, si... me gusta. – con algo de timidez.
    
    —¿Te tiene muy caliente?
    
    —Mucho, mucho. – con franqueza.
    
    —Espera tranquilo, no digas nada, yo te la consigo. – una mano paternal sobre mi hombro,
    
    A los dos días, se me acerca y dice: - Cuando hayamos cerrado, ven, tengo lo prometido.
    
    Bañadito y perfumado, con mariposas en el estómago propias de la inexperiencia, llamé, el capataz me hizo pasar.
    
    —La Raquelita se está cambiando, ahora viene y te la presento. ¡Haznos quedar bien!
    
    Esperaba con la ansiedad a flor de piel, me conocía, pero no en estas circunstancias, donde sabíamos para qué estaba.
    
    — ¿Lo conoces a Mario?
    
    —Claro… es el “patroncito” - casi con ternura, se me acercó, besó en la mejilla y dijo:
    
    —Hola, ¡qué buena pinta che!, parece que estás de levante –sonrisa cómplice.
    
    —Y, si estuviera... – simulando aplomo.
    
    —¿Estás?... -sonreía complaciente.
    
    —Bueno se me hace tarde, los dejo… – dijo el capataz, antes de salir ...
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