1. Carlota e Isabel


    Fecha: 13/01/2021, Categorías: Incesto Autor: MissFlorMayo, Fuente: CuentoRelatos

    ... mujer diferente que veía salir en puntillas de mi cuarto en la semana. Ella me gritó lo puta viciosa que era, que no era más que una prostituta barata y que merecía arder en el infierno. De repente, entró como en un trance y comenzó a hablarme en un lenguaje ilegible y se puso de rodillas con los brazos extendidos hacia mí y con los ojos llenos de lágrimas. Verla llorar me puso tanto que sentía como mis jugos corrían por mis piernas como sus lágrimas por su cara. Estaba tan cachonda, como nunca lo había estado. Mis pezones oscuros y grandes querían reventar. Mi coño entero estaba duro y chorreante, yo sudaba, mi cuerpo entero temblaba y fue cuando decidí que ya era el momento.
    
    Me puse de pie a sus espaldas y le agarré los brazos extendidos y se los até a la espalda con el tiro del albornoz que llevaba puesto. Una vez la tenía atada, me quité el albornoz, quedándome completamente desnuda. A todo esto, ella gritaba, así que le quité el tiro de su albornoz y la amordacé. Le rompí el albornoz y para mi sorpresa, estaba desnuda también.
    
    -Ahora me vas a escuchar maldita perra. Ya está bien de sentirte superior a mí. Aquí la que manda soy yo y de ahora en adelante solo se hará lo que yo ordene. Se acabaron las mojigaterías y serás tan puta como yo, es más, serás mi puta. Ya te graduaste del instituto, así que se acabó el estudio, la secta esa a la que vas, la ropa de monja, y tu mal genio. Como que me llamo Isabel que te haré desear que te folle como a una perra. Haré que ...
    ... aprendas a chupar coños con maestría y serás la puta de mis sueños y mis fantasías. Nunca más saldrás de aquí, sólo te vas a dedicar a darme placer y a hacer muchas guarradas.
    
    A ella se le quedaron los ojos pegados, el miedo se reflejaba en su rostro y eso me tenía a mil por segundo. La llevé a mi habitación a rastras y la subí a la cama. Ya en la cama, le até las dos piernas abiertas y mostrándome ese coño rico y peludo que exhibía con miedo, pudor y odio hacia mí. No podía gritar pero emitía sonidos que indicaban todo lo que sentía en esos momentos. Eran gemidos angustiados, enojados, tristes, aterrados y yo me ponía más viciosa cuanto más los escuchaba. Luego le tocó el turno a los brazos, que desaté y volví a atar, abiertos como las piernas en una cómoda cruz de san Andrés. Agitaba la cabeza de un lado al otro en una negación casi salvaje de lo que le iba a pasar.
    
    Para que todo fuera aún más dramático para ella, con un proyector, puse la imagen de un Baphomet en la pared. Puse en el ordenador un video con lecturas de versos de la biblia satánica, encendí velas negras y me maquillé los ojos y la boca como una verdadera puta. Le dije al oído. -De ahora en adelante me pertenecerás a mí y a mi Señor Satanás. No dudes ni por un instante, que su presencia está aquí y que yo soy uno de sus demonios. Sus ojos no dejaban de llorar y su cuerpo de agitarse descontrolado. Busqué todos lo que necesitaba y comenzó la función. Le puse pinzas en los pezones y en los labios del coño. Le ...
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