1. El viaje a Niza


    Fecha: 08/01/2021, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... salir del agua cogidos de la mano. Alguno incluso tarareó la marcha nupcial. Se me empezó a poner dura la polla y, antes de que se dieran cuenta, solté la mano de la chica y corrí hacia dónde estaba mi pareo y me tumbé boca abajo. Luego me percaté que Jaime estaba a mi lado muy serio. Cuando se había pasado mi calentura me arrodillé a su lado y comencé a masajear su espalda por la parte del pescuezo. Noté que le gustaba y volvió la cara sonriendo. Entonces le masajeé toda la espalda con crema anti solar hidratante y le bajé un poco su short, que estaba seco. Paseaba mis manos por toda la espalda y procedí hacia la mitad superior de las nalgas. Luego le subí el short, lo tomé de la mano y lo llevé al mar, hasta que sobrepasó la cintura. Jaime temía ir mar adentro.
    
    * * * * *
    
    Después de cenar, pasear y tomar unas copas, nos regresamos todos al hotel para dormir. Al entrar en la habitación, Jaime encendió de inmediato el televisor y comenzó a buscar canales. Yo me desnudé, y cogí mi tanga usada para lavarla. Busqué en mi bolsa el cepillo y la crema dental y me metí al baño. No cerré la puerta por si Jaime necesitaba entrar. Miccioné abundante con poderoso sonido ya que dirigí el chorro hacia el agua del fondo del wc. Lavé mi tanga y la tendí sobre la cisterna del wc. Me lavé los dientes, me eché agua sobre la cara, me sequé muy ligeramente y salí hacia la cama.
    
    La cama era enormemente grande. Tenía cuatro almohadones. Anchamente cabían tres personas. Jaime estaba ...
    ... sentado sobre el borde de la cama sin zapatillas en la parte cercana a la entrada de la habitación y yo me dirigí a la otra parte y me tendí sobre la cama, abriendo las piernas de cara al televisor y tocándome de vez en cuando mi polla como haciéndole un masaje masturbatorio. Jaime miraba por momentos con ojos lujuriosos. Alguna vez le vi mirando mi polla y mis huevos con deseos o con curiosidad al verme tan rasurado.
    
    — ¿Ya vas a dormir?, —preguntó.
    
    — No, dormiré cuando duermas tú, —contesté.
    
    — ¿No vas a ponerte pijama?, —insistió.
    
    — Imposible, —dije burlón.
    
    —¿Por qué imposible?
    
    — Porque no tengo.
    
    — ¿No has traído?
    
    — No, no tengo; yo no uso pijama, siempre duermo desnudo.
    
    — y yo, ¿qué hago?
    
    — Lo que quieras.
    
    Entonces comenzó a desnudarse. Se desvestía muy lentamente y continuamente me iba mirando como buscando mi aprobación. Yo lo miraba descaradamente sin muecas ni disimulos ni otras señales, solo como quien espera que acabe de desnudarse. Sin volverse hacia mí, iba echando su ropa en la banqueta. Cuando acabó de desvestirse, y siempre de espaldas, recogió de su bolsa un neceser de aseo, se metió en el baño, entornó la puerta dejando una diminuta ranura y se puso a orinar sin ruidos. Tardó en salir. Yo, mientras, miré sin interés la televisión. Salió tapándose los genitales y le indiqué que se tumbara en la cama. Lo hizo. Me levanté, lo miré fijamente. Vi una buena polla, gruesa y medianamente larga y mucho pelo, como que nunca se lo había cortado. ...
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