1. Hidden Club


    Fecha: 02/01/2021, Categorías: Intercambios Autor: VeroYDany, Fuente: SexoSinTabues

    ... puerta negra. —¿Qué desean? —preguntó una voz metálica cuyo origen no pude establecer. No sabía qué responder. Se me ocurrió mostrar la ficha de plástico a la cámara. Un par de segundos después, el chasquido de un cerrojo eléctrico me indicó que había hecho lo que se esperaba que hiciera. —Estoy acojonada —susurró Marta con voz medrosa, mientras traspasábamos el umbral. —Mujer, un club privado no debe ser nada raro. Como me dijo Jorge, gente elegante tomando una copa y charlando… Por cierto, estás preciosa con ese vestido. —Marta me apretó el antebrazo. Tras franquear la puerta metálica, y recorrer un corto pasillo con poca iluminación, ante nosotros se abrió otra ornamentada de madera, que daba paso a una especie de recibidor de dimensiones reducidas. Había un cartel elegantemente enmarcado, “Sólo socios. Reservado el derecho de admisión”. Traté de no sonreír. Una vez había comido en un club en Londres, invitado por el CEO de una empresa británica, y la persona que nos recibía aquí tenía el mismo aspecto que la especie de mayordomo de allí. —Buenas noches, señores —dijo el hombre—. ¿Los señores van a utilizar el área privada? «¡Ostras! —me dije—. ¿Y eso que cojones es?». —Quizá lo decidiremos más tarde —respondí sin comprometerme. —Está bien —aceptó—. Si tienen la amabilidad de acompañarme… Abrió otra puerta, y nos encontramos en una especie de bar decorado con madera oscura por todas partes. Cuadros que tenían toda la pinta de ser originales, paisajes marinos o de montaña ...
    ... en su mayor parte. Luces tenues, que conferían al ambiente un tono íntimo, aunque no se podía decir que estuviera en penumbra. Mesas y sillones con aspecto de antigüedad, algunas de ellas ocupadas fundamentalmente por parejas, aunque había también dos hombres y una mujer en una de ellas. Al fondo una barra de bar estilo “años veinte”, ante la que en aquel momento solo había una pareja, y en el extremo más alejado, un grupo formado por dos mujeres y un hombre. Todos gente guapa, muy bien vestida: los hombres con ternos oscuros, las mujeres trajes de fiesta. Agradecí que, sin ponernos de acuerdo, la ropa de Marta y la mía no desentonaran en absoluto. —Si desean alguna cosa, o si finalmente deciden pasar al área privada, no tienen más que indicárselo al barman —dijo el hombre aquel, con una inclinación de cabeza, dejándonos solos. —¿Lo ves? —dije a Marta mientras nos acercábamos a la barra—. Nada que deba preocuparte. Tomamos una copa, y nos vamos… —¿Y lo del “área privada”? —preguntó entre dientes. —Pues solo hay una manera de saberlo: decirle al mayordomo que sí, que los señores quieren acceder —repliqué en tono de chanza—. Pero en serio, Marta, creo que ya hemos visto suficiente, y deberíamos irnos. —De eso nada —susurró mi acompañante—. Quiero llegar al final de esto. Más o menos a los dos minutos de estar allí, ante una copa en mi caso, y un refresco de cola en el de Marta (que, por cierto, intenté pagar, pero el barman me miró como si yo fuera un extraterrestre, y rehusó ...
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