1. UNA LINDA HISTORIA


    Fecha: 01/01/2021, Categorías: Fetichismo Autor: memito, Fuente: SexoSinTabues

    ... fuera bello como un dios, esa belleza estaría oculta bajo rollos de grasa y manteca. Quizás lo más bonito sean mis ojos, pues son claros, muy claros, de un gris tan gris que no parecen vivos. Mis padres siempre dicen que no saben a quien he sacado ese color de ojos; no pertenecen a nadie de las ramas familiares. Todos somos morenos y de ojos oscuros, salvo mi hermana Pamela que es pelirroja, de las peligrosas, como el tío Juanca. ¡Que importa! Hay algo que compensa todo eso, todos esos complejos. Aún no sé cuanto, ni cómo, pero procuro mantenerlo en secreto. No creo que sería muy bueno si se supiera. He descubierto que soy muy resistente. No es eso que se dice cuando queremos fardar, no. Resistente de verdad. Mi cuerpo aguanta cualquier cosa. Puedo trabajar de sol a sol, sin apenas cansarme. Apenas siento frío o, por el contrario, calor. Nunca he estado enfermo, que recuerde, y, cuando me partí dos dedos, cambiando la correa del tractor, se me curaron en un par de días. Soy muy fuerte, lo sé, pero no se nota para nada. Mi cuerpo no está definido como el de los chicos del equipo de fútbol de la escuela. Es más bien una masa amorfa de carne, llena de pliegues de grasa, de piel pálida y temblorosa. Mis manos son descomunales, de rollizos dedos capaces de engarfiarse sobre cualquier herramienta, y mis piernas son columnas sin líneas estéticas. Nunca llevo pantalones cortos, ni permito que me vean sin camisa. Utilizo, sobre todo, petos de trabajo, pantalones anchos y amplias ...
    ... sudaderas, sea invierno o verano. De todas formas, no siento el frío o el calor. Tanto en el pueblo como en la escuela, mi nuevo apodo es Goliat… Pero, como he dicho, mi verdadero nombre es Sergio Tamión, tengo dieciséis años, y soy virgen. Me levanto de la cama y me acerco al espejo. La tenue luz de las lámparas del porche, aún encendidas, me permite verme reflejado. Aparto un mechón moreno de sobre mi frente. Debería cortármelo. Está grasiento y su roce me produce acné en la frente. A veces fantaseo con la idea de que no soy absolutamente humano y que, un día, mi verdadera familia vendrá a buscarme, con un alarde de efectos pirotécnicos al menos. Sin embargo, no puedo quejarme de mi familia, salvo quizás, de lo cómoda que parece sentirse conmigo aquí arriba. Mi padre, Samuel, tiene cuarenta y cinco años y es propietario de una granja de varias hectáreas a las afueras de Fuente del Tejo, en Salamanca. Aparte de la granja propiamente dicha, disponemos de una pequeña vaqueriza y un poco de ganado, así como varias parcelas plantadas de arces, chopos y álamos para talar. Visitación, mi madre, tiene cuarenta años y se ocupa del pequeño taller de envasado que instalaron hace unos años, y con el cual dan salida a los productos de la granja. Mis padres están muy orgullosos de esta granja, que ha pasado de mano en mano de los Tamión desde hace al menos doscientos años. Se jactan de que todo cuanto producen es, cien por cien, ecológico y natural. Nada de pesticidas, ni abonos químicos, ni ...
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