1. Delicias en familia 1 y 2


    Fecha: 11/12/2020, Categorías: Incesto Autor: Inter96, Fuente: SexoSinTabues

    Mi record perfecto de puntualidad a la clase de sociales se había visto interrumpido por las tontas ocurrencias de mi amiga Sonia, que era la reina de las heterosexuales. Era mi mejor amiga, cierto, pero le encantaban tanto las vergas que en ocasiones me preguntaba cómo es que no había terminado embarazada después de acostarse con tanto chico guapo que se le cruzara en frente. Me había comvencido de escaparme de la clase para ir a espiar a los muchachos a las duchas. En especial al equipo de básquetbol. Sonia alimentaba la idea de que todos ellos, por su altura en el juego, eran chicos con penes grandes y ricos. En realidad a mí no me interesaban mucho los hombres. Me consideraba más bien bisexual, tirando a lesbiana. Mi suerte con los varones no iba más allá de unos cuantos besos, y mi virginidad la había perdido con mi primera novia a los quince años, cuando me penetró con un consolador de arnés mientras hacíamos el amor, y desde eso, mi gusto por los coños se hizo un poco más presente en mi vida. —Ven, es por aquí —dijo Sonia, escapando del prefecto de la escuela. Por fortuna pudimos infiltrarnos en uno de los baños antes de que los muchachos regresaran de la clase de educación física. Los vestidores estaban llenos de casilleros, y olía a una mezcla de sudor a hombre que a Sonia, adicta a ellos, le estaba resultando embriagador. —Sonia, nos vamos a meter en problemas —exclamé, y ella me miró con cierto encanto. Deslizó una mano en mi cintura y me atrajo hacia ella con ...
    ... gesto seductor. —¿Qué pasa, amor? Pensé que querías estar conmigo un poco más. Mis mejillas blancas se sonrojaron. Sonia apartó un mechón de mis rizos pelirrojos y me lo cruzó por detrás de la oreja. Era una maldita. Ella sabía que me atraía su sensual cuerpo, y sus pechos bastante grandes como para que yo babeara por ella, y tratarme así era una invitación para que me derritiera a sus pies. —No… me hagas esto. Se rió. Era una troll jugando conmigo, y la verdad es que yo caía fácilmente. Me moría de ganas por comerle el coño. Sólo una vez se lo había visto en las duchas, por accidente, y era precioso. Tenía el tatuaje de una mariposa cerca de su raja. Me contó que antes se había acostado con el tatuador, por lo que el tatuaje le salió regalado. Me jaló al interior de los vestidores e investigamos el lugar. Ella estaba encantada con el sitio, seguramente pensando en todas las pollas que podría ver dentro de un rato. Yo más bien prefería estar en el cuarto de chicas. De repente oímos ruido, y Sonia me jaló y nos metimos dentro de un casillero para guardar objetos de limpieza. Estaba pequeño el lugar, por lo que ella quedó detrás de mí, y yo de cara a la puerta, mirando por la rendija cómo los chicos entraban para cambiarse después de salir de las duchas. Eran hombres altos. Había un negro entre ellos. Venían con el torso desnudo y con sus toallas cubriéndoles la entrepierna. —Ay, qué paraíso —exclamó Sonia. Su aliento en mi oído me hizo temblar. Ella se dio cuenta de esto, así que ...
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