1. Mauro y Zigor follando en serio


    Fecha: 10/12/2020, Categorías: Infidelidad Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Lorenzo hacía como cuatro años que venía a ver a su abuela. En ese tiempo, su abuela Juliana vivía en una casa muy vieja del pueblo que tenía medio prestada, porque pagaba el supuesto alquiler con trabajos en verano cuando venían los dueños. Ya estaba cansada de estos servicios, que a veces resultaban onerosos, coincidiendo en que conoció a Fabián. Lo conocía de verlo alguna vez, porque Fabián, mi abuelo, vive a las afueras del pueblo, a unos tres kilómetros. Se encontraron cierto día en el supermercado y a Juliana se le cayó la compra. Fabián la recogió, la cargó en su camioneta e hizo entrar a Juliana para llevarla a casa.
    
    Desde ese día Fabián iba a verla con frecuencia y unas veces ella le invitaba a café o a una cerveza y otras él la sacaba a pasear. De ahí pasaron a los besos cariñosos cuando se encontraban y por fin se enamoraron. Lorenzo fue testigo del enamoramiento de Fabián y Juliana desde que ambos habían cumplido 66 años, porque antes lo llevaban todo muy oculto. No tenían inconveniente civil para casarse, pero ambos se habían cotizado bien para tener una buena pensión y casarse les iba a poner la situación económica complicada. Así que decidieron casarse en secreto y el testigo fue Lorenzo. Recuerda Lorenzo que, mi abuelo le hizo tomar una cerveza el día que ellos se prometieron ante Lorenzo. Luego le hicieron brillar sus ojos con champaña. Como en la comida había tomado bastante vino se había puesto parlanchín y declaró a su abuela ante mi abuelo que era ...
    ... gay, que le gustaban los chicos. Y mi abuelo le dijo: “Adelante, hombre, cada uno es como es, a los demás qué les importa”. Su abuela añadió: “Ahora te voy a querer más para que te convenzas que eso no es lo que me preocupa en ti, tampoco me parece algo malo”. Por eso Lorenzo iba siempre que tenía ocasión. Allí con ellos se encontraba libre y salía al pueblo a conocer gente y a hacer amigos.
    
    Dos de los amigos que me presentó a los tres días de estar con él fueron Zigor y Mauro, dos chicos de su edad, que parecían mayores. Guapos no eran, feos tampoco, pero nadie se pararía a mirarlos. Dos chicos que estaban musculosos del trabajo en el campo, poca formación, pero de pequeños habían ido al colegio y sufrieron por su timidez debida a su homosexualidad, caso psicopatológico o psicopatético de quien no tiene posibilidad de defensa ni en su familia, pero aprendieron poco. Más sabían de la vida, de cómo custodiarse y cómo darse satisfacción sin que los demás se enteraran. Ellos vivían cerca y podían sortear todo tipo de sospechas. Se iban a follar a un corral de animales y entre los dos se desahogaban con masturbaciones, mamadas y algún intento de penetración. Me pareció tan patética la situación que me contaron, que le dije a Lorenzo:
    
    — Casémonos cada uno con uno y que dejen de sufrir. ¡Joder, qué putada de vida han tenido estos…!
    
    Cuando les dije que yo podría haberme dejado follar por mi padre delante de mi madre, pensaban que yo estaba loco por decir tales mentiras. La ...
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