1. Anita de tus deseos (capitulo 5)


    Fecha: 25/11/2020, Categorías: Anal Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    ... clítoris» —empecé a acariciármelo y noté cómo empezaba a abultarse.
    
    —«Con la otra mano pellízcate los pezones» —dejé el móvil sobre mi vientre y empecé a pellizcarme cómo me había dicho papá. Sonó otra vez y con los nervios, al ir a cogerlo, se me escapó de la mano y se fue al suelo despanzurrándose. Miré las piezas con ojos de pánico y al pensar en el castigo de papá por cargarme el puto móvil me puse más cachonda. Poco a poco fui acelerando la mano hasta que unos minutos después llegué al orgasmo. Cuándo me tranquilice, me baje de la mesa y estuve recogiéndolas piezas. Lo pude montar otra vez, lo activé y vi que había un último mensaje de papá.
    
    —«Muy bien hija: buena chica».
    
    Un poco antes de que llegara papá, me duché otra vez: quería estar bien limpia para él. Cuándo llegó, subió al dormitorio y mientras arrodillada le desanudaba los zapatos se fue quitando la camisa y la corbata. Terminó de desnudarse y se metió en la ducha. Mientras tanto le esperé anhelante de rodillas en el suelo. Salió terminándose de secar el pelo con la toalla, se sentó en el sillón que hace las veces de descalzadora y me llamó con el dedo. Me acerqué despacio gateando y empecé a restregar el rostro con su polla que fue reaccionando poco a poco. Recorrí con la lengua toda su longitud hasta llegar a la punta y poco a poco me la metí hasta el fondo de la garganta: cada vez se me daba mejor. Para entonces la polla de papá estaba dura de cojones y me hacía feliz la facilidad con que conseguía ...
    ... que se excitase y se endureciese. Seguí chupando y en ocasiones le chupaba también los huevos y el ano. Papá, con la cabeza recostada en el respaldo y los ojos cerrados, disfrutaba de mi esmerado trabajo. Finalmente, se corrió y le hice chillar mientras con la lengua le masajeaba el glande.
    
    —Cada vez lo haces mejor mi amor, —dijo. Cómo la tarde anterior me quedé sentada en el suelo con mi cara junto a su polla por la empezaba a sentir devoción.
    
    —Papá, ¿por qué hay una cámara en el desván y otra en el salón?
    
    —Hay cámaras en todas las habitaciones de la casa.
    
    —¿En todas? —pregunté incorporándome— ¿Aquí también?
    
    —Claro, y además voy a poner una sola para ti para que te siga por todas partes y grave constantemente lo preciosa que eres, —bromeó. La cara se me iluminó de felicidad.
    
    —Y ¿Hace mucho que están?
    
    —Siete u ocho años, —y riendo añadió— tenía a mama vigilada constantemente.
    
    -¿No te fiabas de ella?
    
    —Al contrario: te puedo asegurar que tu madre era la persona en quien más confiaba de todas las que conozco.
    
    —¿Entonces?
    
    —Tu madre era una exhibicionista crónica. Ella me pidió que las instalara para que pudiera verla a cada momento desde la oficina.
    
    —Y ahora las usas conmigo.
    
    —Por supuesto. De hecho, renové toda la instalación un par de meses antes de que terminaras el internado: cambié las viejas cámaras por unas nuevas HD.
    
    —Y ¿Dices que a mama le gustaba?
    
    —¿Qué si le gustaba? Ya te digo: tengo horas y horas de grabaciones haciendo de ...
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