1. La historia que me inicio


    Fecha: 19/11/2020, Categorías: Transexuales Autor: Alice28, Fuente: SexoSinTabues

    Comenzaré diciendo que soy travestí de closet. Tengo 26 años, pero mi atracción por la ropa y comportamientos propios de una señorita datan desde hace más de una década. Durante mi adolescencia esta condición tan particular fue casi imposible ser ignorada y mucho menos reprimida, así que después de asimilarlo con el paso del tiempo, opté por aceptarlo sin más confusiones y culpas propias de este estilo de vida. Aquellas chicas (chicas travestis, por supuesto) que se hayan detenido a leer estas líneas comprenderán perfectamente. A diferencia de muchas colegas que comparten mi delirio por las medias, los brassieres, los tacones y toda prenda del sexo femenino, mi transformación en Aliciasucede por lo general en la privacidad que ofrecen las cuatro paredes de una habitación. Debo confesarles, amables lectores, que hasta ahora no he experimentado la necesidad de salir al mundo como mujer, aunque admitiré que después de varios días, semanas, meses y años, suele ser monótono estar siempre frente a mi queridísimo espejo. ¡Cuantas imágenes tan lindas me ha ofrecido! Me remontaré a mis tiempos de universitaria, y es que se conoce gente tan particular en las universidades! que al final, yo que me sentía un tanto “rara”, fui opacada por el creciente numero de “freaks” habitantes de las aulas escolares, pero esa es otra historia. En aquel entonces, tuve la oportunidad de hacer cierta amistad con un compañero de clase. Por motivos que solo los catedráticos entenderán, durante aquel ...
    ... semestre pasamos demasiado tiempo juntos debido a motivos escolares, claro está; tiempo que sirvió para hacer innumerables viajes de la cafetería a la biblioteca, de la biblioteca a las aulas y de las aulas a nuestras respectivas casas, donde compartíamos algo más que el teclado de nuestras PC”S. Tanta convivencia nos llevó a crear cierto nivel de confianza entre nosotros, aunque no la suficiente para contarnos nuestros más oscuros secretos. Recuerdo perfectamente la escena; él y yo sentados frente a la pantalla de la computadora tratando de escribir varias cuartillas, que, como era usual en casos de extrema urgencia, debieron ser copiadas y modificadas de la Encarta para así mágicamente convertirlas al día siguiente en la calificación perfecta. Después de cumplir c altísimas, esbeltas, con la más fina lencería, encajes, látex, maquillajes sobrecargados, botas, zapatillas o sandalias de inmenso tacón y entre las piernas… no lo que tendría una dama, pero si lo que tendría una dama travestí, un majestuoso pene. Algunos flácidos, otros terriblemente erectos. En ese instante vaya que extrañe mi amado espejo, solo para ver mi expresión de sorpresa. Inmediatamente sospeché que me mostraba esas imágenes debido a que de una u otra manera se había enterado de lo que yo era, o deseaba ser, una mujer travestí, en toda la extensión y significado de aquellas dos palabras. Trate de suprimir mis nervios y mi ansiedad… – Antonio… pero ¿porque tienes esto?, ¿acaso eres gay? – Dije en un tono que ...
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