1. Mi linda sobrina


    Fecha: 10/11/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... procuraba que no la oyera su hermano. Me contó con
    
    voz llorosa que su amiga Elena se había enrollado con el chico que le gustaba a
    
    ella, con Fernando y durante una hora no paró de lamentarse de su inseguridad,
    
    de por qué siempre iba a remolque de su amiga, del hecho de que Elena hubiera
    
    sido más espabilada y por eso era ella la que estaba ahora con Fernando, y de lo
    
    mucho que se avergonzaba de su inexperiencia. Yo traté de consolarla, pero evité
    
    hacer la más mínima mención al suceso del cine, algo que ella también eludió.
    
    Durante otra semana nuestras vidas volvieron a la normalidad. Ella estaba algo
    
    más melancólica, cosa normal, pero no volvimos a tener ningún asomo de
    
    acercamiento atípico entre tío y sobrina. Elena había comenzado a salir con
    
    Fernando y yo esperaba que el enamoramiento de Eva acabaría evaporándose en el
    
    tiempo.
    
    A la semana, una nueva llamada de mi sobrina me dejó perplejo. Me decía que
    
    Elena le había pedido que organizara otro encuentro entre nosotros, pero su tono
    
    delataba que cumplía el encargo a regañadientes. Yo comprendí que aquello le
    
    haría mucho daño a Eva, pero recordaba la excitación del primer encuentro con su
    
    amiga e intuí que aquella segunda ocasión me permitiría acariciarla por debajo
    
    de la ropa. Avergonzado de mí mismo, acepté la cita. Mi sobrina no pudo
    
    disimular su decepción. Ella había esperado que dijera que no.
    
    No me era ajena la forma como Eva se mantenía encadenada a la amistad de ...
    ... Elena,
    
    como una esclava, y me sentí despreciable por comportarme como lo hacía, pero
    
    una vez más se impuso el instinto de posesión sexual: quería acariciar a aquella
    
    adolescente en sus partes más intimas aun a costa de lo que fuera.
    
    La nueva cita transcurrió igual que la anterior, salvo que Eva eludió mirarme a
    
    la cara. La disposición de asientos fue la misma, aunque esta vez yo estaba
    
    seguro de que mi sobrina no miraba de reojo, sino que deseaba que todo acabara
    
    pronto para marcharse de allí. Su inseguridad le había impedido plantarnos cara
    
    y acabar con aquel juego diabólico y ello le hacía sufrir.
    
    Mi sorpresa llegó cuando, una vez iniciados los besos, esta vez de forma menos
    
    protocolaria, traté de acariciar a Elena y nuevamente me rechazó. Quedé por un
    
    momento pasmado, porque no había previsto que el objetivo de esta cita fuera el
    
    mismo que el de la anterior.
    
    Pronto comprendí que estaba en un error cuando sentí escandalizado como la mano
    
    de Elena se posaba en mi entrepierna, apretando el bulto que bullía bajo el
    
    pantalón. No podía creer lo que me sucedía con aquella quinceañera: me estaba
    
    bajando la cremallera y, ante mi estupor, introdujo su pequeña mano de
    
    adolescente por ella, hasta llegar a mi pene desnudo, que acarició con suavidad.
    
    Elena me estaba masturbando. Comprendía cual era el objetivo de aquella nueva
    
    cita y desde luego no se basaba en ninguna de mis pretensiones. Me sentía
    
    esclavo de aquella niña, al ...
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