1. Impuros deseos


    Fecha: 03/11/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Estaba el otro día en mi casa, descansando después de un arduo día de trabajo, llegué y me desvestí por que hacía mucho calor y quería darme un baño para refrescarme y esperar la llegada de mi esposa.
    
    Todo ocurría con normalidad, me bañé, y salí desnudo del baño con dirección a mi dormitorio cuando escucho el sonido de la llave en la puerta de la casa, pensé que era mi esposa que llegaba de trabajar.
    
    -Hola mi amor, estoy en la recámara- le dije, mientras me echaba en la cama a descansar, cuando veo ingresar no a mi esposa en la casa, sino a mi suegra.
    
    Mi turbación era grande por cuanto siempre había fantaseado con cogerme a mi suegra que para que decirlo, está rebuena, tiene un culo fenomenal, capaz de desatar lo más impuros deseos.
    
    Ante esta situación a lo único que atiné fue a cubrirme con la toalla que tenía cerca y le decía que me disculpara que creía que era Carmela, su hija.
    
    Ella sonrió y me dijo que no me preocupara, que quería esperar a su hija por que tenían que salir de compras.
    
    Se dirigió hacia la cama, y me empezó a mirar con ojos de lujuria, sus labios estaban hinchados de deseo y sus pezones estaban parados por la excitación, no llevaba sujetador por lo que se notaba claramente que tenía un par de senos apuntando a mis ojos.
    
    Esa imagen me calentó en demasía, pero me contenía la idea de que llegara mi mujer.
    
    Ella se dio cuenta y me dijo que no me preocupara y que si quería cogérmela, por que estaba con ganas de sentir a un hombre luego ...
    ... de mucho tiempo, estaba desesperada y quería que le hiciera el amor.
    
    Empezó a desnudarse lentamente, para esto ya había perdido los escrúpulos y estaba dispuesto a tirármela a como diera lugar.
    
    Estaba con un portaligas que me calentaba aún más, y tenía unos tacones negros, se echó a lado mío y empezó a besarme lentamente mientras sus manos acariciaban mi pecho velludo, no perdí el tiempo y empecé a besarla apasionadamente, bajando por su cuello sus pechos, su vientre y llegar a su chocho que estaba afeitado, era curioso pero parecía que todo estaba preparado para que me la comiera.
    
    No me hice esperar y empecé a lamer esa hermosa rendija que se habría ante mis ojos como un durazno maduro, sus jugos inundaron mi cara mientras mi lengua jugaba con su clítoris que estaba totalmente erecto, tuvo su primer orgasmo.
    
    Hizo que me echara de espaldas y empezó a recorrer mi cuerpo con sus labios, lentamente, despacio, hasta llegar a mi pene que estaba parado como un mástil, y empezó una mamada descomunal, primero le pasó la lengua al tronco, lentamente hasta llegar la punta del capullo, y le dio dos vueltas con la lengua a toda la cabeza, casi me muero del gusto, luego fue introduciendo lentamente todo mi pene en su boca, primero la cabeza, un poquito más, hasta que de pronto sentí su mentón golpeando mis huevos, se la había tragado toda y se la estaba follando en la garganta, era descomunal, le dije que me venía, y sacó mi pene de su boca y me dijo: Cógeme de una vez, quiero ...
«123»