1. Mi hermana, mi ama 1


    Fecha: 26/10/2020, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    — Mis primeros recuerdos se remontan a la década de los cincuenta, tendría yo unos cinco o seis años. Mi hermana tiene tres más que yo. Vivíamos en un pequeño pueblo de la provincia de Valencia. Mi padre, Vicente, trabajaba como jornalero en el campo y además tenía un pequeño huerto, dónde cosechaba algunas hortalizas que mi madre colocaba en una cesta en la puerta de casa, para vendérselas a las vecinas. Me sentía atraído por lo que todo el mundo tapaba, los genitales, tanto masculinos como femeninos. En aquella época se escondía todo, pero me las ingeniaba para ver, sobre todo a mi madre y mi padre, cuando entraban en la cuadra a hacer sus necesidades. Yo intentaba que no me vieran y ellos, si se daban cuenta, no decían nada lo consideraban una curiosidad infantil. Un día mi hermana entró en el escusado y yo, al verla, me escondí para observar qué hacía, se puso en cuclillas y después de orinar, me sorprendió que se tocara tanto en el chochito, abriéndolo con una mano y frotando con los dedos de la otra; puso una cara muy rara, hizo unos movimientos extraños, tenía los ojos cerrados y al abrirlos… Me descubrió. Intente escapar, pero consiguió atraparme por los pelos, nunca mejor dicho, ya que casi me los arranca a tirones. Estábamos solos en casa, me dio unas cuantas tortas y me hizo jurar que no le diría a nadie lo que había visto. Por supuesto juré y perjuré que nadie lo sabría jamás. Pero no era suficiente, me llevo, casi a rastras, al cuarto donde dormíamos los dos, ...
    ... cerró la puerta, me tendió en el suelo boca arriba y colocó su culo sobre mi cara. ¡Qué asco! No llevaba nada debajo de la falda, con lo que restregó su culo y el coño por mi cara. ¡Y me hizo chuparle todo! Olía a caca y pipi, sabia raro. Yo lloraba y le suplicaba que me dejara, pero no lo hizo. Me obligó a seguir; me abrió los botones del pantalón y agarró mi pito, apretaba mis testículos, me dolía, pero ella continuó moviéndose hasta que la oí gritar. ¡Qué gusto! A partir de aquel momento mi vida quedó sentenciada. Sería su esclavo… ¡Aún lo soy! Prácticamente todas las noches me hacía lamerle sus partes, con el consiguiente placer para ella…Y con el tiempo, también para mí. Me tocaba mi colita, la chupaba, me metía el dedo en el culo… Y me gustaba. Sí, nos gustaba, yo también le metía los dedos en su figa y su culo. Aquellos recreos se convirtieron en un vicio, pero siempre tuvimos buen cuidado para no ser descubiertos. Pasaron los años, nuestros juegos eran ya más serios, o sea… Follábamos. Pero en una ocasión, mi padre estaba en el campo y mi madre limpiando en la casa de unos señores ricos del pueblo; estaba yo solo en casa y Lidia se presentó con un amigo suyo, ella tendría entonces unos diecisiete años y yo catorce. No era la primera vez que la veía con chicos, pero no en casa. Ella me guiñó un ojo y se encerraron en la habitación. En la parte superior de la puerta, sin llave, había una especie de ventanuco, con un cristal, a través del cual entraba algo de luz natural al ...
«1234...9»