1. Cosas de la ingenuidad (2)


    Fecha: 18/10/2020, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... y que te gustaba. Solo queríamos saber que se siente al tocarte.-Dijo Miguel.
    
    -Pero no puede ser.
    
    -Solo queríamos tocarla, señora.-Repuso Toni.
    
    Después de pensarlo unos minutos y ver la erección que tenían los dos niños, les dije:
    
    -¿Me prometéis que solo me tocaréis?.
    
    -Si, solo.-Dijeron al unísono.
    
    -¿Y que no se lo contareis a nadie?, ¿ni siquiera a tu padre?.- Dije mirando a Miguel.
    
    -A nadie, mamá.
    
    -A nadie señora.
    
    Los miré unos instantes a los ojos y vi que decían la verdad. Los cogí de la mano y los llevé a mi cama, me senté frente a ellos y les dije:
    
    -Si yo estoy desnuda, vosotros también tenéis que estarlo.
    
    A lo que accedieron, no sin antes mirarse el uno al otro, y se bajaron el bañador hasta los pies y luego se agacharon para quitárselo. Ante mi aparecieron dos pollitas de unos diez centímetros, buen gruesas y coloradas, casi sin pelos, pues aún tenían diez años los dos. Me tumbé en la cama y los hice subir conmigo, se colocaron uno a cada lado de mi y de rodillas, cerré los ojos y les dije:
    
    -Podéis tocarme.
    
    Durante unos segundos parecieron dudar, pero luego sentí una manita acariciar una de mis tetas, suavemente, sin prisas y con inexperiencia. Otra mano recorría mis piernas, desde las plantas de los pies hasta unos centímetros antes de mi raja, pero sin llegar a tocarla. Una tercera mano acariciaba mi otro pecho, un poco más indecisa pero igual de tierna, y la cuarta mano bajaba desde mi pecho hasta mi raja, pero sin llegar a ...
    ... tocarla.
    
    Suspiraba profundamente, el pulso se me estaba acelerando y comenzaba a sudar. Los niños debieron darse cuenta, comenzando a esmerarse más en sus caricias y siendo más incisos. Uno de los dos me abrió las piernas, a lo que no puse resistencia, y comenzó a tocarme los labios. Mis suspiros ya casi eran jadeos, el otro niño se sentó encima de mi estómago, pasando una pierna por cada lado de mi cuerpo y dejando, inconscientemente, su miembro entre mis tetas que yo pude sentir perfectamente, pero continuó con su masaje en mis tetas. Estaba en el cielo, dos pares de manos me toqueteaban por todo el cuerpo y me estaban volviendo loca.
    
    El niño que estaba jugando con mi rajita descubrió el botoncito mágico y, por un acto reflejo, lo besó. Eso arrancó de mi un gritito, que me hizo olvidar quienes eran los que estaban conmigo, me agarré las tetas y comencé una cubana al niño que estaba sobre mi, el otro al ver que su compañero jadeaba decidió probar suerte, se colocó delante de mi cueva, apuntó y, muy despacito, me la fue metiendo. Durante cinco minutos estuvimos así, yo siempre con los ojos cerrados y cada vez más frenética, hasta que por fin nos llegó el orgasmo a los tres a la vez. Nos quedamos tumbados, yo con las piernas abiertas y los niños echados encima mío. Intentando recuperar el aliento y la compostura, por lo menos habíamos apagado al excitación, pero había estado mal de mi parte, solo eran niños, uno de ellos hijo mío.
    
    Les hice prometer que jamás volvería a ...