1. Loba ardiente (Parte II)


    Fecha: 17/10/2020, Categorías: Bisexuales Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Cuando mi hermana Berta vio a mi padre con la verga tiesa y a mí subiendo las bragas, abrió los ojos como platos, se tapó la boca con la mano, y después, exclamó:
    
    -¡Depravados!
    
    Se dio la vuelta y se fue corriendo para su habitación.
    
    Mi hermana Berta era dos años menor que yo. Ella tenía 19 años y yo 21, las dos éramos de estatura mediana, morenas, de ojos castaños, cabello largo, grandes tetas y según decían, muy guapas.
    
    Después de vestirme fui a la habitación de mi hermana. Debía convencerla para que no le dijese nada a mi madre, o se iba a armar una muy gorda.
    
    Mi hermana estaba sentada en el borde de la cama. Lloraba. Se había llevado una terrible desilusión. Yo había sido un ejemplo para ella. Había sido su heroína. El golpe debió ser brutal al ver que no era más que una perdida. Me senté a su lado, y le pregunté:
    
    -¿Se lo vas a decir a mamá?
    
    Levantó la cabeza. Me miró a los ojos. Nunca había visto tanta seriedad en un rostro como la que vi en el de mi hermana, cuando me dijo:
    
    -¡¿Eso es lo único que te preocupa?!
    
    Sentí como mi padre se iba de casa, y cerraba la puerta con llave.
    
    -Me preocupas más tú.
    
    Le acaricié el cabello.
    
    -¡No me toques, sucia!
    
    La besé en la mejilla. El sabor salado de sus lágrimas me excitó. Mi padre, con sus caricias, había despertado la loba que había en mí. Busqué los labios de mi hermana. Berta, al sentir el contacto de mis labios con los suyos me miró, extrañada. Después, me preguntó:
    
    -¿Qué te ha hecho ese ...
    ... monstruo?
    
    La volví a besar en los labios. Busqué su lengua con mi lengua. Me encontré con sus dientes. Berta, seguía a lo suyo.
    
    -¿Qué has hecho con mi hermana?
    
    Mis manos acariciaron sus tetas. Volví a buscar sus labios con los míos. Su boca se entreabrió un poquitín. La punta de mi lengua se rozó con la lengua de mi hermana. Le pregunté:
    
    -¿Quieres sentir un placer como nunca antes sentiste?
    
    -No.
    
    Empujé a mi hermana sobre la cama. Estaba colorada como una grana. Me quité el vestido y el sujetador. Cogí sus manos y las puse sobre mis tetas. Berta no colaboraba.
    
    Me preguntó:
    
    -¿Qué me estás haciendo?
    
    -El amor.
    
    Me eché a su lado. Cogí una teta y le puse un pezón entre los labios. No me lo chupó. Lo moví entre sus labios. Hice lo mismo con el otro pezón y siguió en sus trece.
    
    Se incorporó para salir pitando de la habitación. La cogí por la cintura. Le bajé la cremallera del vestido. Me dijo:
    
    -Déjame ir.
    
    No la dejé ir, más que nada porque no forcejeara conmigo en ningún momento.
    
    Le quité el sujetador y la eché otra vez hacia atrás.
    
    -No te resistas. Déjate ir.
    
    Mi fuerte no era comer tetas. Se las acaricié y se las mamé como queriendo sacar leche. Los pezones de las tetas de mi hermana se pusieron duros y erectos, como duros y erectos estaban los de mis tetas. Después de mamar sus tetas volví a buscar los labios de mi hermana. Seguía sin abrir la boca del todo. Me dijo:
    
    -Eres mala, muy mala.
    
    Mi mano bajó y acarició su chocho mojado, ...
«123»