1. Los Herederos Federighi (Chocoidilios)


    Fecha: 14/10/2017, Categorías: Erotismo y amor Autor: gary j. sorrow, Fuente: RelatosEróticos

    ... tan difícil de explicar...
    
    —Mejor no lo expliques, ya eres demasiado para mí, si encima me dices que me amas, no sé si podría contenerme.
    
    Alcé la cabeza y ví que me estaba mirando muy sonrojado, nunca vi su cara así.
    
    —No sé muy bien lo que siento por ti, lo único que realmente sé es que desearía seguir siendo tu hermana el resto de mi vida.
    
    Quise besarle, ladeé mi cara y acerqué mis labios. Sin pensarlo me dio un gran y profundo beso, y de repente se retiró a la mitad.
    
    —Vaya, al final no soy la única loca de la familia —dije divertida, aprobando su juego y anhelando más. Intenté abalanzarme sobre él, pescándole con mis brazos y encerrándole contra su cama. Tuvo que sentarse al perder el equilibrio.
    
    —Sí, estoy bastante loco, me gusta todo de ti.
    
    Le abracé, se pegó a mí y me besó con pasión durante unos segundos. Me robaba la energía poco a poco hasta dejarme sin aliento. Sus manos bajaron hasta mi cintura.
    
    —Si de verdad estás loco, deja de evitarme. —Agarré sus apelmazadas manos y las puse sobre mi pecho—. Tócame aquí, hermano, en mis grandes “bubis”.
    
    Las manoseó por encima de mi vestido, pude ver su cara de sorpresa y cómo intentaba ocultarla.
    
    —Sandra, necesito más. Si no puedo usar estas cosas enormes y perfectas me voy a morir de desesperación.
    
    —Nunca había deseado tanto que alguien dijera algo así —dije con el aliento. Las mejillas me empezaron a sudar, en su rosado más fuerte que ganaba la partida a mi trabajada piel bronceada—. Empieza ...
    ... ya, todo mi cuerpo te está esperando.
    
    Me agarró el escote con ambas manos y lo desgarró con brutalidad, tomando mis tetas con sus manos, usualmente delicadas, y su lengua. En poco tiempo mis tetas estaban ensalivadas y mis pezones duros por los chupetones y juegos de estiramientos que les hacía. La cabeza se me erguía hacia atrás y dejé escapar una risa por su vigor y dedicación.
    
    —¡Me encanta que hagas eso! —Reí—. Asegúrate de estrujarlos bien. —Le miré como un perrito a su amo.
    
    Acabó de amasarlas, me quitó lo que me faltaba del vestido, dejándome completamente desnuda. Abrió mis piernas y me lamió mi cosita a la vez que la besaba. Acaricié su pelo por tratarme tan bien, exageré mi postura con las piernas y cintura para que pudiese contemplar mis curvas.
    
    —¿Te gusta? Es el sucio coño de tu hermana —expliqué con seriedad—. ¿Sabes cuántos hombres quieren meter su cosa aquí cada vez que voy a una fiesta? ¿No te avergüenza que tu hermana sea así? —pregunté con curiosidad.
    
    —No, eso me pone más. Ni en sus mejores sueños podrían llegar a tenerte.
    
    Me chupaba sin descanso y usaba sus dos manos, una para jugar con mi clítoris, la otra para introducir sus dedos en mí muy rápido, me obligaba a empapar mi vagina.
    
    —Guau, qué bien sabes hacer esto, eres muy bueno ¿eh? Si no fuera porque me hiciste decir esas cosas antes, nunca habría imaginado que tendría sexo contigo. —Reí un poco y con mi mano izquierda empujé su cabeza hacia mí, gozándolo como nunca.
    
    —Voy a hacerte ...
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