1. Por la unión de la familia. (Versión revisada y ampliada)


    Fecha: 25/09/2020, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... y a más de dos de sus amigos les entraban unas imperiosas necesidades de ir al baño “No te joroba”, pensaba ahora él, “¡A “machacársela” a modo en honor a la golfa de mi madre!”
    
    Así empezaron a discurrir las cosas, tal y como hasta entonces, con su señora mamá irrumpiendo inopinadamente en el cuarto de su “retoño”, invitando a los amigos del susodicho a un refresco, sólo que ahora había un elemento nuevo, que ya no eran sólo los amigotes del susodicho quienes salían despendolados tras la “buenorra” de la mamá, sino que, casi en cabeza, salía el crecidito “rorro” a fin de no perderse ripio del “espectáculo” materno.
    
    En fin, que con tal rutina pasaban los días, hasta alguna que otra semana, cuando llegó el día que significó un antes y un después en dicha rutina. Fue una tarde en la que, como casi todas en que la madre, Dª Julia, estaba en casa, los amigos de Alvarito vinieron a estar con él, ella entró en la habitación para invitarles al consabido refresco. Como siempre, la tropa en pleno, Alvarito a la cabeza, se precipitó hacia el salón en pos de la opípara “dama”, sentándose de inmediato en los más que estratégicos asientos o sillones.
    
    La “dama”, como acostumbraba, se sentó ante sus espectadores y, generosa ella, despatarró su “muslamen”, a fin de obsequiar debidamente la vista de tan rendidos admiradores, que al punto quedaron absortos ante la panorámica ofrecida. Alvarito, su amantísimo hijo, también fijó su atención en las “vistas” que su madre en tal momento ...
    ... ofrecía y, más que absorto, quedó como alelado ante las “vistas”, con los ojos abiertos como platos, la cara teñida de “rojo pasión”, que era de verse, y la boca abierta de par en par, con los labios temblequeando que era una vida suya Y es que… ¡Su madre había olvidado embutirse sus mini braguitas/mini tanga!...
    
    La señora madre de Alvarito, enteramente consciente de la impresión que causaba entre la presente concurrencia, incluido su propio hijo, lucía una maliciosa sonrisa que le cubría, casi, que de oreja a oreja. Desde luego, la buena señora se lo estaba pasando en grande con el descarado babeo de la juvenil asistencia.
    
    Al momento, como si un muelle los moviera, dos de los salidos amigos de Alvarito invocaron urgente necesidad de ir al servicio, momento en que la buena de Dª Julia, empezó a reír a carcajadas, al tiempo que, dirigiéndose al tercer amigo de su hijo entonces presente, decía
    
    Mientras la buena señora seguía riendo a carcajadas, el tercero en discordia quedó más corrido que un campeón olímpico, pues se puso aún más rojo que antes Alvarito se pusiera. En ese preciso momento el hijo de tan “digna dama”, que apenas si todavía había salido del trance en que le dejó la visión de la más preciada prenda de su señora madre, saltó de su asiento, y no como si le hubiera impulsado un muelle, sino como si un cohete espacial le levantara de su sitio, y se lanzó a la carrera tras los ínclitos dos amigos que, a buen paso, se dirigían al socorrido servicio o WC, prestos ...
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