1. Una vieja amiga


    Fecha: 26/06/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sola, ya que los niños estaban en casa de su hermana y preguntó si quería subir a tomar un café. Sin saber qué esperar, acepté su ofrecimiento. Al llegar a su piso, entramos en un hermoso departamento, bastante amplio y decorado con buen gusto. El lugar era muy luminoso ya que tenía un enorme ventanal que daba a un balcón y todo estaba perfectamente ordenado.
    
    Me pidió que la disculpara un instante mientras iba a cambiarse la ropa mojada. Al regresar traía el pelo algo revuelto y se notaba que lo había secado rápidamente con una toalla. Llevaba una pollera azul no muy corta y un suéter fino de bremer de un delicado color lila, aparentemente sin nada debajo. Se dirigió hacia la cocina para preparar el café y yo la seguí. Mientras recordábamos viejos tiempos, ella iba y venía algo nerviosa. En cierto momento se quedó quieta dándome la espalda, entonces, no sé qué me pasó, pero sentí un irresistible impulso de abrazarla.
    
    Me acerqué despacio y ella no se movió, apoyé suavemente mis manos sobre sus hombros, sentí un leve estremecimiento de su piel, pero seguía sin moverse. Ninguno de los dos dijo nada Bajé mis manos a lo largo de sus brazos hasta llegar a su cintura, entonces la estreché contra mi cuerpo con mucha fuerza. Ella suspiró y sus manos se reunieron con las mías, comencé a besar su cuello, muy despacio, pude sentir su perfume, respiré hondo impregnándome en él y eso fue lo que terminó de soltarme, perdí todo reparo y ya no pude contenerme.
    
    Comencé a mordisquear ...
    ... el lóbulo de su oreja derecha, jugueteando con mi lengua en su oído. Ella levantó los brazos, estirándolos hacia atrás para acariciar mi cabeza, yo aproveché este movimiento para subir mis manos desde la cintura hasta sus pechos, acariciándolos por sobre el suéter. Al mismo tiempo la presionaba con mi pelvis, haciéndole sentir la dureza que tenía entre mis piernas, refregándola contra su trasero. Sin darse vuelta, giró su cabeza y atrajo la mía hasta que nos besamos con todas nuestras fuerzas.
    
    Mi lengua buscó la suya y se reconocieron mutuamente. Mis manos buscaron colarse bajo su suéter y así entré en contacto con la piel de su vientre, que era suave y cálida. Seguí subiendo hasta encontrar sus pechos, tomando uno en cada mano, allí su piel estaba realmente caliente, acaricié sus senos y tomé ambos pezones entre mis dedos ejerciendo una suave presión mientras los rotaba. Ella dejó de besarme para gemir de placer, se dió vuelta y me abrazó ocultando su cara en mi hombro.
    
    - ¡No, no podemos hacer esto!!! - dijo entrecortadamente.
    
    Pero yo ya no podía parar. Tomé su cara entre mis manos, acariciándola con los pulgares, la miré a los ojos, una lágrima escapaba por su mejilla. La besé con mucha delicadeza, primero en la mejilla, sobre la lágrima, luego sobre ambos ojos cerrados y por último sobre sus labios húmedos y calientes.
    
    - Dime que así lo quieres y me iré. No volveremos a vernos nunca. - dije muy suavemente.
    
    Esta vez fue ella quien me besó, primero tiernamente, ...
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