1. LA SANGRE NO ES NINGÚN LÍMITE


    Fecha: 16/08/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Comencemos entonces… Mi tío Javier, era rubio de ojos claros, rostro cuadrado como el que solían verse en las revistas de moda. Tenía 27, aunque sin exagerar, aparentaba de 17, al punto de tener que mostrar su documento en todo momento. Eso le gustaba, que la gente se sorprendiera y no pudiera disimular su cara de asombro. Parecía un adolescente con cara de bebe. Javier me la ponía dura, muy dura, realmente dolía y sentía que me corría a cada segundo. Me acomodaba en el asiento de forma que no pudiese notar mi erección y trataba de pensar en algo que me la bajara, pero era imposible. Llegaba a sentir esas gotas pre seminales escurrirse, casi inofensivas, por el prepucio que cubría el glande como si fueran mimos que me la endurecían más si era posible. Temía que el olor a semen empezara a envolver el ambiente y ser descubierto por aquel hombre que manejaba con seriedad. En mi cabeza y corazón era un hombre cualquiera llamado Javier, no quería decir esa palabra, esa sola palabra que podía romper con mi deseo desmedido hacía él, por lo menos en ese momento. Pero es inevitable negar la verdad, era mi tío, era familia y no era correcto sentirme tan atraído. Miraba de reojo cada tanto, me concentraba en su entrepierna, intentaba dar con algún movimiento. Necesitaba comprobar que no era el único que estaba a punto de correrse, pero nada podía contemplarse, ni siquiera con esos vaqueros tan apretados, solo conseguía que me excitara todavía más. Y empezaban a molestarme los ...
    ... testículos, como si estos hubiesen crecido el doble o mis calzoncillos eran los que se habían encogido por la transpiración que me producía tanta calentura, daba lo mismo, estaba en aprietos. Estaba nervioso, inquieto y bastante incómodo. Los minutos pasaban con la lentitud de quien sufre lo peor. No pensé en mejor idea que decirle a Javier que necesitaba ir a cagar y cuando me di cuenta de lo humillante que era, ya lo había dicho. Pero sin duda la verga se me había acurrucado, flácida y diminuta como la de un bebé. Mi tío me dijo entonces, que no había ningún servicio cerca y que tenía que hacer mis necesidades entre los arbustos. Claro, pensé, eso no era problema, el problema era la oscuridad y mi miedo a cualquier insecto que pudiese trepar por mis piernas, ni hablar se trataba de una serpiente. —¿Qué pasa, sobrino? —Pasa que es de noche y no se ve nada. —No hay problema, voy con vos. —No me parece, me da vergüenza… —Tranquilo Lucas, solo voy a estar cerca, no en frente. —Bueno, está bien. Bajamos del auto después que mi tío lo apartara del camino y nos dirigimos a la maleza, en busca de privacidad y comodidad. Javier se quedó a unos metros con la luz de una linterna encendida para que no pudiera perderlo de vista. Y para mi sorpresa sentí ganas de cagar, así que me baje los shorts y el calzoncillo y me acomodé en cuclillas para defecar tranquilo. Cuando termine me di cuenta que no traía papel y no había nada a mi alrededor que pudiera servir de ayuda, por lo que tuve que llamar a ...
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